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El servicio postal de EE UU deja de aceptar paquetes procedentes de China en plena guerra comercial desatada por Trump

La decisión afecta a gigantes chinos de las ventas ‘online’ como Shein y Temu

Guerra comercial Trump y China
Una pila de bolsas de regalo con el logotipo de la empresa Shein, el pasado 14 de diciembre en Liverpool.Phil Noble (REUTERS)
Guillermo Abril

Nuevo episodio de la recién estrenada guerra comercial entre las dos grandes potencias económicas del planeta: EE UU y China. El Servicio Postal de Estados Unidos (USPS por sus siglas en inglés) anunció a última hora de ayer martes que deja en suspenso el servicio de paquetes procedentes de China continental y Hong Kong, hasta nuevo aviso. “El flujo de cartas y [sobres] planos” no se verá afectado, añade el escueto comunicado oficial, aunque no especifica si la decisión está vinculada o no al pulso arancelario desatado por Donald Trump el pasado fin de semana, al que China respondió inmediatamente elevando también los aranceles a productos de EE UU.

La Administración Trump aprobó el sábado la decisión de imponer, a partir de este martes, aranceles adicionales del 10% a los productos chinos. La orden incluía también disposiciones para terminar con una laguna legal que hasta ahora permitía enviar a Estados Unidos paquetes pequeños por valor de hasta 800 dólares (unos 770 euros) sin pagar impuestos ni tasas. La llamada excepción de minimis se ha traducido con el tiempo en una enorme afluencia de paquetes: en los últimos 10 años, el número de envíos que entran en Estados Unidos acogiéndose a ese concepto ha pasado de unos 140 millones al año a más de 1.000 millones al año, la mayoría procedentes de China. Esto es: unos tres millones de paquetes al día.

Los nuevos aranceles, según la orden, se deben aplicar también a este tipo de comercio minorista. “Para evitar dudas, el tratamiento de minimis libre de aranceles (...) no estará disponible para los artículos descritos”, dice el texto. USPS no ha aclarado si este es el motivo por el que el martes detuvo momentáneamente el servicio. Otras empresas de mensajería internacional, como FedEx y SF Express, la mayor empresa china de mensajería urgente, han afirmado que siguen enviando paquetes a Estados Unidos, según Reuters.

La excepción de minimis ha sido la vía por la que, en buena medida, se han abierto camino hasta los consumidores estadounidenses gigantes chinos del comercio electrónico como Shein y Temu. Ambas compañías sustentan su estrategia en el despacho de ropa (la primera) y de todo tipo de productos (la segunda) de forma casi instantánea y a precios baratos mediante este sistema.

Hasta ahora, los paquetes con valor de 800 dólares o menos no tenían que detallar información sobre su contenido y no estaban sujetos al pago de aranceles en aduanas. La laguna fiscal era casi centenaria y ha permitido a numerosas empresas esquivar el pago de decenas de miles de millones de dólares. La Administración del demócrata Joe Biden ya lanzó una propuesta poco antes de las elecciones del pasado noviembre para controlar su flujo. La Administración Trump ha terminado de ejecutar el golpe, argumentando que este goteo incesante de paquetes sin revisión supone a la vez un canal idóneo para la entrada de fentanilo y de los ingredientes químicos con los que se fabrica este opiáceo sintético que mata en Estados Unidos a más de 100.000 personas al año.

“Muchas empresas químicas con sede en la República Popular China también hacen todo lo posible por evadir a las fuerzas del orden y ocultar sustancias ilícitas en el flujo del comercio legítimo”, dice el texto de la orden. “Algunas de las técnicas empleadas por estas empresas con sede en la República Popular China para ocultar el verdadero contenido de los paquetes y la identidad de los distribuidores incluyen el uso de reexpedidores en Estados Unidos, facturas falsas, franqueo fraudulento y embalajes engañosos”.

Pulso entre dos gigantes

La lucha contra el tráfico de fentanilo y la contención de la inmigración irregular fueron los principales argumentos esgrimidos por el magnate para firmar, el sábado pasado, la orden que imponía aranceles del 25% a las importaciones de México y Canadá (el 10% para los productos energéticos canadienses) y de un 10% adicional a las de China. Los aranceles a la República Popular han sido finalmente los primeros en entrar en vigor, porque Trump congeló el lunes, hasta el 4 de marzo, las tarifas arancelarias a sus países limítrofes tras hablar con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.

China ha optado por aguantar el pulso. El Gobierno comunista replicó de inmediato con una batería de contramedidas que buscan golpear distintos sectores estadounidenses. Pekín impondrá a partir del 10 de febrero gravámenes adicionales del 15% al carbón y al gas natural licuado procedente de Estados Unidos, y de un 10% al petróleo, la maquinaria agrícola, los automóviles de gran cilindrada y las camionetas. Las autoridades del país asiático también han anunciado una investigación antimonopolio contra Google; y la imposición de controles a la exportación de varios productos relacionados con recursos críticos como el wolframio y el telurio, claves en sectores tecnológicos y en la fabricación de chips y baterías.

El Gobierno chino presentó además una demanda contra las medidas estadounidenses ante el mecanismo de solución de disputas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y ha incluido a dos empresas estadounidenses, PVH Corp. (dueña de marcas como Tommy Hilfiger y Calvin Klein) e Illumina Inc., dedicada a la biotecnología, en la lista de entidades no fiables del país, lo que da vía libre para imponer medidas punitivas.

El auge de compañías como Shein y Temu también preocupa a las autoridades de la Unión Europea, que estudian desde hace meses cómo hacer frente al fenómeno. En el bloque comunitario, los paquetes con un valor inferior a 150 euros cuentan con una exención de minimis similar, un hueco que también han aprovechado, en su mayoría, los gigantes chinos del comercio electrónico.

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.
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