Expulsadas del diccionario
Un estudio promovido por el Instituto de la Mujer pone en solfa el machismo de la Academia
Gozar es conocer carnalmente a una mujer, según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), que no considera reseñable la posibilidad de gozar con un hombre. En el particular universo que deja ver el diccionario, lo masculino es "varonil y enérgico" de igual modo que lo femenino resulta "débil y endeble", y el cortesano es un servidor del rey, pero la cortesana puede ser una ramera, algo en lo que coincide con un desusado significado de "enamorada". Indicios como éstos, recogidos en el libro Lo femenino y lo masculino en el Diccionario de la lengua de la Real Academia Española, eximen del esfuerzo de imaginar significados para rancias expresiones como "sexo débil" o "sexo fuerte", que designan a las mujeres y a los hombres sin que medien advertencias de estilo.El tratamiento discriminatorio es lo más aparente, pero no el único motivo de crítica: las autoras consideran que el diccionario es un puro "diálogo de hombres entre sí" en el que las mujeres sólo asoman como una subespecie en vías de extinción dentro de un universo androcéntrico.
El estudio ha sido editado por el Instituto de la Mujer, que lo encargó el año pasado a una comisión asesora sobre lenguaje denominada NOMBRA (siglas correspondientes a No Omitas Mujeres, Busca Representaciones Adecuadas). Las autoras son las profesoras Ana Vargas, Eulàlia Lledó, Mercedes Bengoechea, Mercedes Mediavilla, Isabel Rubio, Aurora Marco y Carmen Alario, y su trabajo, que ayer presentaron en Madrid, se ha basado en la última edición del diccionario, la de 1992.
Según el análisis, la distribución por sexos en las acepciones con presencia humana no tiene nada que ver con la vida: en una muestra del 5% de las entradas, las mujeres sólo están representadas en un 7% de los casos y los hombres, en un 88%. El 7% restante es de presencia compartida. En los ejemplos, sólo el 11,1% incluyen a las mujeres. Curiosamente, una cifra casi similar al 11,3% del Diccionari General de la Llengua Catalana, lo que, según Eulàlia Lledó, prueba que el androcentrismo no es exclusivo de la Academia.
La desvirtuación de la realidad no se da sólo en el aspecto cuantitativo; en la muestra hay 67 citas de actividades profesionales femeninas distribuidas en 11 grupos. Los cinco primeros construyen una representación más bien fantasmagórica: monjas (13 citas), maestras (10), prostitutas (8), damas o reinas (7) y criadas (5).
No son infrecuentes las definiciones supuestamente profesionales que consisten en ser "la mujer de", como presidenta, ministra, tabernera, abogada, cabrera, alcaldesa, concejala o maestra.
Este último sustantivo ilustra, según las autoras, el diferente tratamiento en masculino y en femenino. Maestro (con la terminación -tra) incluye la acepción de "persona u obra de mérito relevante", ausente en la entrada separada maestra, que se concentra en las definiciones puramente educativas. "No se justifican las dos entradas, a no ser que se quiera enfatizar la idea de "primera enseñanza" en relación a "maestra" y que se quiera abrir "maestro" a otros grados", afirma Mediavilla.
El diccionario "es un texto rebosante de ideología", según Mercedes Bengoechea, que destaca los siguientes aspectos: el masculino siempre antecede al femenino; el sujeto suele ser varón (babosear es "obsequiar a una mujer en exceso", "sacar a bailar" es algo que un hombre hace con una mujer, no al revés); la genealogía femenina se desdeña (la abuela es una "mujer anciana", mientras que el abuelo es "ascendiente, antepasado, persona de quien se desciende"); lo femenino no tiene el mismo valor que lo masculino (un comadrón es un "cirujano que asiste a la mujer en el acto del parto", mientras que una comadrona es simplemente una "partera"; "mujer pública" y "mujer del partido" constan como sinónimos de prostituta en 30 entradas y remisiones; una niñada es un "hecho o dicho impropio de la edad varonil").
La degradación semántica de lo femenino se aprecia en voces como muñeco ("mozuelo afeminado e insustancial") o enerve ("débil, afeminado, sin fuerza"). Bengoechea también resalta la diferencia de tono entre las definiciones de de dos órganos sexuales: clítoris ("cuerpecillo carnoso eréctil") y pene ("miembro viril").
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