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El escenario gris

Joaquín Estefanía

Hay algo que recuerda aquel verano del noventa y dos: los ciudadanos llegábamos de los fastos del quinto centenario y del clamoroso éxito de los Juegos Olímpicos de Barcelona, y en cuestión de semanas nos vimos inmersos en una profunda recesión. La analogía sólo se puede hacer, afortunadamente, dentro del terreno de la psicología y, al menos por ahora, no en el de lo real: hay nubarrones en la coyuntura internacional, pero España no los ha padecido en demasía ni es seguro que tenga que hacerlo. En este entorno, sin duda más complicado que aquel con el que nos fuimos de vacaciones, va a tener lugar el fuego cruzado del debate del otoño. Aznar intentará hacer los deberes conforme al escenario económico previsto, que es el principal activo de sus dos años de gobierno; el PSOE acentuará los perfiles grises de la situación, procurando debilitar la imagen centrista que el primero quiere dar (hasta hoy meramente enunciativa), y demostrar que la acción política del PP acentúa las desigualdades en la sociedad española. Si la crisis internacional no ayuda en este otoño a Aznar y su equipo (hasta ahora sí lo había hecho), los socialistas tienen el handicap de un candidato a la presidencia, José Borrell, todavía casi inédito como tal.La primera tarea del Gobierno será aprobar los Presupuestos Generales del Estado para 1999, los primeros presupuestos del euro. Una incógnita significativa será saber si el Ejecutivo ejecuta el cuadro macroeconómico ya anunciado (crecimiento del 3,9%; inflación del 1,8%; déficit público del 1,7%), teniendo en cuenta que sus componentes han publicitado una y otra vez, en la comparación con los socialistas, que sus números son creíbles porque se cumplen con exactitud. Estos presupuestos deberán ser restrictivos ya que cuentan, al menos, con dos constricciones: el Pacto de Estabilidad, que obliga a un déficit reducido y a una deuda que ha de disminuir de forma tendencial; y la necesidad de incluir obligatoriamente los ajustes macroeconómicos pendientes en el documento presupuestario, toda vez que la política monetaria ya no dependerá del Banco de España, sino del Banco Central Europeo.

Relacionado directamente con los presupuestos, Aznar deberá vencer y convencer en su promesa electoral número uno: la rebaja de impuestos a través de la reforma del más importante de todos ellos: el de la Renta de las Personas Físicas (IRPF). A su favor tiene que desde que se abrió la polémica hasta hoy, los socios socialdemócratas europeos del PSOE parecen asumir la necesidad de reducir la presión fiscal de los ciudadanos que pagan de forma ortodoxa su IRPF (el ejemplo más cercano en el tiempo es el de Alemania). La discusión, pues, se centrará en el reparto de la rebaja (quiénes son los más beneficiados: los poderosos, la clase media o las rentas más bajas), en la cantidad de recursos públicos que dejarán de recaudarse por la reforma, y en los métodos por los que se recuperarán tales ingresos públicos (mero crecimiento económico, lucha contra el fraude, otros impuestos, etcétera).

La tercera tarea está afectada por la crisis bursátil: las privatizaciones de los próximos meses, entre las cuales figuran en los lugares de honor la de Iberia (el 42% de la compañía), Retevisión, Indra, Enatcar, Red Eléctrica, etcétera. El riesgo de oportunidad por vender las compañías en esta coyuntura tendrá un resultado político tangible.

Además de estos objetivos generales, el Ejecutivo tiene pendientes proyectos sectoriales de gran significación, además de instrumentar el reciente medicamentazo. Entre ellos se deben destacar la liberalización de las telecomunicaciones (a partir de diciembre cualquier empresa, extranjera o nacional, podrá operar en la telefonía fija o móvil); la liberalización de los precios de las gasolinas y de los derivados del petróleo (la ley de Hidrocarburos elimina el sistema de precios máximos vigente); o el Libro Blanco del Agua, que la ministra de Medio Ambiente, Isabel Tocino, entregó en el Consejo de Ministros del pasado 1 de agosto, y que trata de corregir el problema secular de los desequilibrios hidrológicos de nuestro país.

La confrontación económica entre Gobierno y oposición adquiere más significación aún en periodos prelectorales. Dará o quitará votos.

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