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VERANO 98

Internet despierta pasiones

Son las dos de la tarde. Cae un sol incendiario sobre el polideportivo del Centro Eurolatinoamericano de Juventud (Ceulaj) de Mollina, una localidad malagueña cercana a Antequera. El termómetro marca más de 40 grados. Y la piscina, desierta, aunque casi 700 jóvenes pasan el fin de semana en el centro. Todos están encerrados en el polideportivo. ¿Qué sucede? ¿Qué milagro hace que las multitudes se alejen del agua fresca para agolparse en un recinto cerrado? La respuesta es el Campus Party "98, una fiesta para usuarios de Internet, que acuden con el ordenador debajo del brazo. Aprovechan para intercambiar ideas, inventos y experiencias, y para verse en carne y hueso; muchos se conocen sólo a través de la red. No todo es cooperación; aquí también se compite. La estrella de esta concentración es el "Quake", un juego en el que uno avanza por un laberinto lóbrego, esgrimiendo un arma ensangrentada, y procura masacrar al mayor número posible de contrarios, a la vez que evita los ataques asesinos que le llueven de cualquier parte. "Todo es virtual", dice sonriente uno de los jugadores. "Sólo estoy matando bits. Lo divertido es la estrategia". Hay quien se divierte y blasfema festivamente cuando pierde. Hay quien se lo toma tan en serio que encuentra molestos todos los estímulos externos, y entonces se tapa la cabeza con una toalla para no perder detalle, y se convierte en una especie de oruga cibernética. El retrato-robot del participante en esta fiesta es fácil de dibujar. Para empezar, sexo masculino: el porcentaje de mujeres es ínfimo, cosa que "refleja claramente lo que sucede en la sociedad". Lo dice Cristina Cabo, una gallega de 22 años que tuvo que pasar 24 horas en autobús para llegar a Mollina, y que aún así cree que mereció la pena. No tiene ninguna amiga a la que le interesen estas cosas. Marina Colorado, madrileña de 17 años, corrobora esta impresión. Sólo vino a acompañar a su novio, que el año pasado quedó tercero en el campeonato de España de Quake. Lengua común En cuanto a la edad, la media está entre los 18 y los 30 años, pero a esta regla se presentan muchísimas excepciones. Se ven niños pequeños, familias enteras, señores de mediana edad. Afortunadamente disponen de una lengua común, un híbrido hecho de inglés informático y castellano variopinto. En materia de estudios, casi todos son universitarios, y muchos, informáticos. Algunos vienen organizados en pequeños lobbies dispuestos a hacerse conocer, como por ejemplo el de los Linuxeros de Córdoba, 6 jóvenes provistos de camisetas identificativas, cuyo objetivo es promocionar el Linux, un potente sistema operativo. Precisamente usando este sistema, el Linux, se ha establecido la red local que conecta todos los ordenadores presentes. Un amasijo de cables blancos conduce a un centro de operaciones "como el de la NASA". La comparación es de Paco Ragageles, buen conocedor del asunto, porque es uno de los miembros fundadores de la asociación EnRed, impulsora de este encuentro. Paco añade que la tecnología que se emplea aquí es "lo más avanzado, de última generación", gracias a 3Com, uno de los patrocinadores. EnRed presentó el proyecto al Instituto de la Juventud y éste le dio vía libre. Ignacio Perelló, director del Ceulaj, explica que les interesó mucho por lo que tiene de integrador, "porque permite explorar nuevas formas de participación". Por eso las tarifas son tan accesibles, entre 6.000 y 10.000 pesetas, todo incluido, por cuatro días de alojamiento, comida y conexión. Un internauta venido de Oslo, Per Kristiansen, resume así el espíritu de la reunión: "Lo principal es comunicarse, mezclarse con los demás. Y sentirse cómodo con esta tecnología, que en breve será omnipresente. Mientras antes nos hagamos a la idea, mejor".

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