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Entrevista:

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ EXPERTO EN LA RESISTENCIA A FRANCO "Estuvo bien el olvido por la reconciliación, pero no tanto"

Historia de la resistencia antifranquista en Álava 1939-1967 es el título de un libro que estaba por escribir y que ha publicado José Antonio Martínez Mendiluce, (Labraza, 1920), maestro retirado y actual militante socialista, procedente del PC. "No quería que quedaran sepultados en el túnel del tiempo, como si no hubieran existido, los hechos que ocurrieron en esa época". Ésta es su explicación a la inquietud que le llevó, junto con su hermano Luis, ya fallecido, a ordenar los datos guardados en sus memorias y en las de muchas personas con quienes compartieron lucha en aquellos años duros. El libro, prologado por Mario Onaindia y publicado por Txertoa, quiere ser también un homenaje a todas ellas. Acepta que la reconciliación de la transición supusiera cierto olvido, "pero no tanto". "Al menos, que se conozcan los hechos", dice. Pregunta. ¿Por qué le ha pedido el prólogo de su libro a Mario Onaindia y no a un socialista de viejo cuño? Respuesta. Porque es un hombre con ideales, más intelectual que político, que tuvo encima sin pestañear varias penas de muerte y ha sido cocinero antes que fraile. Ojalá todos nuestros dirigentes políticos tuvieran su trayectoria. P. ¿Hubo una verdadera resistencia al franquismo en Álava o fue un territorio cómodamente instalado en el sistema? R. Lo fue, pero también hubo lucha. Como en todas partes, fuimos pocos. En 1940 éramos 60 comunistas de carné, y 50 jóvenes organizados en las Juventudes Socialistas Unificadas. Ésas eran las fuerzas de las izquierdas en Álava. P. ¿Fueron las cosas diferentes en Álava con respecto al entorno inmediato? R. Había menos población y menos industria, pero proporcionalmente hubo tanta o más resistencia que en Vizcaya o Guipúzcoa. P. ¿Quiénes llevaron la iniciativa de la reorganización en esos primeros años después de la guerra? R. Había dos fuerzas: el PC, que aglutinaba a todas las izquierdas -socialistas, libertarios, republicanos-, y el PNV, también reorganizado en la clandestinidad desde el principio. Unos y otros coincidían en las luchas. La primera huelga que hubo en Vitoria, en 1947, fue conjunta y los patronos del PNV alentaron a sus obreros a seguirla. Hubo empresas, como Ajuria, donde pasó eso y ni siquiera les descontaron de la nómina la jornada de huelga. P. No habla usted de los socialistas en esa primera época. R. No existían organizadamente. El PSOE reapareció como tal en 1953 con Antonio Amat, José Antonio Aguiriano y su padre Fermín. Hasta entonces, sus simpatizantes colaboraban con el PC. P. ¿Cuáles son la media docena de nombres propios claves en ese movimiento de resistencia? R. En Izquierda Republicana, Antonio Buesa; en el PC,Isidoro Manso o Eustaquio Iracheta y entre los nacionalistas, Julián Aguirre y Manolo García de Andoin. Hubo también anarquistas como Santiago Pérez Villarreal y Francisco Valdivielso Aspe. Y más tarde, gente como Vidal Sucunza, que vino a ofrecérsenos, en el año 67, para colaborar con nosotros. P. Casi ninguno de ellos tuvo un protagonismo político con la llegada de la democracia. R. No. Se cometieron muchas injusticias con los que más habían luchado y hubo muchos oportunistas y trepadores, que en los años 60 y 70 estaban en el Frente de Juventudes o incluso en cargos de las instituciones de entonces, que tuvieron la habilidad de colocarse después y dejar relegados a otros. Hasta el Partido Socialista se portó mal, olvidando a gente que había pasado cárcel y padecido mucho sufrimiento. Todavía hay viudas de 80 años con una pensión de 12.000 pesetas inamovibles que les pusieron hace veinte años. P. Pese a todo, usted no se ha desengañado del todo y milita en el Partido Socialista. R. Sí, pero estoy en el sector crítico, con Vidal Sucunza y Miguel Ángel Urquiza. Queremos la renovación del partido, más de la que trae Borrell. P. ¿Piensa usted escribir la segunda parte de su libro, desde el 67 hasta la democracia? R. Lo haré si Dios me da salud. Hay muchas cosas por contar, como la reunión clandestina que hicimos en casa de José Ángel Cuerda, con María Jesús Aguirre, Vidal Sucunza y el cura García Salve entre otros, para pedir responsabilidades a Fraga por los sucesos del 3 de marzo del 76.

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