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Reportaje:

Hispanistas entre lo nuevo y lo viejo

Dos estudiosas de la literatura reflexionan sobre las tendencias que marca el congreso de Madrid

"Es el congreso de la unificación y de la democratización", dice Susana Reisz, especialista en literatura femenina. "Antes sólo éramos hispanistas los extranjeros. Ahora parece que los españoles se ven también, por fin, como hispanistas, y ese cambio está muy bien", explica Maryse Bertrand, profesora de español en la Universidad de Montreal y experta en la literatura sobre la Guerra Civil.Las dos mujeres se encontraron ayer en el bar de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid, sede -con Soria y Segovia- del XIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, que acaba el sábado.

Reisz, argentina-peruana, y Bertrand, canadiense, parecen llevarse muy bien, a pesar de que, en estos tiempos de superespecialización, la especialidad de la primera -literatura y mujer- va ganando terreno poco a poco en los congresos de este tipo a la especialidad de su compañera, -literatura y fascismo-.

"La renovación del hispanismo empezó en Estados Unidos en los años 70", explica Reisz. "Y lo hizo, precisamente, a raíz de la politización de las teorías críticas, que dio paso a varias corrientes novedosas. Sobre todo, los estudios culturales, los llamados estudios de género, y las miradas desde y hacia todo lo que sean minorías o marginados: el feminismo, la homosexualidad...".

Bertrand acepta la validez de esas nuevas líneas de estudio, y aunque cuenta sorprendidad que en un pasado congreso, celebrado en Canadá, "de 14 mesas había 7 u 8 dedicadas a los estudios sobre la mujer y la literatura", defiende la absoluta vigencia de su causa: "En este momento se publican por lo menos diez novelas anuales que se ocupan de una forma u otra de la guerra española. Muchas son muy interesantes, otras menos. Pero hasta Rosa Montero, por poner el caso de una feminista, escribe del pasado cercano pero incluye en su última novela a un personaje, el anarquista, que nos lleva a aquella época... En los años 90 no para de salir producción literaria sobre aquellos años".

¿Y tienen esos libros características comunes? "Ya no existe la manifiesta mitologización de los 80, y hay una amplia tendencia a seguir muy de cerca la autobiografía. Pero eso tampoco es demasiado nuevo. Desde finales de 1936 habrán aparecido unas 1.500 novelas sobre la guerra con referencias biográficas".

El caso es que, unas más que otras -"con modestia y discreción, manda el feminismo", dice Reisz-, no hasta el punto de copar la atención mayoritaria pero tampoco tanto como para preocupar a los expertos en miradas más antiguas, esas nuevas disciplinas van tomando cuerpo entre un número creciente de críticos de la cultura española.

Reisz cree que en España todavía "hace falta profundizar mucho más en esos campos", y dice que la falta de hábito distorsiona una realidad: "Todavía somos minoría". Pero a la vez certifica que la revolución feminista ha ocupado ya su lugar, una vez asentado lo que llama "el boom de autoras hispanas de los 80" (la citada Montero, Almudena Grandes, Isabel Allende, Laura Esquivel, Ángeles Mastretta...).

"Todas ellas son equivalentes en notoriedad y ventas a los hombres que formaron el boom de los 60 y 70. Y la diferencia primordial con sus antecesoras (casi todas Cármenes: Conde, Martín Gaite, Laforet) es que asumen, cada una con su estrategia particular, una ideología reivindicativa, contestataria, o cuando menos muestran un afán de dejar clara su experiencia de subalternidad o marginación".

Maryse Bertrand apunta que esa militancia literaria reproduce esquemas vistos en Norteamérica: "Primero se reivindicó el derecho al goce sexual, luego se pide la igualdad total". Pero Reisz ve una gran diferencia: el feminismo tiene todavía muy mala fama en casi todos los países latinos. "Y por eso, muchísimas escritoras se erizan ante la mera posibilidad de que se las confunda con feministas, o se niegan a aparecer en publicaciones para mujeres". "Eso no pasa en América", dice Bertrand. "Aquí sí, porque, con la leyenda negra del feminismo, pueden ser etiquetadas como radicales, termocéfalas, violentas con los hombres, malfolladas, viejas... ¿Y quién quiere arriesgarse a llevar esas chapas y a meterse en el gueto sabiendo que van a vender menos?".

Pero hay un último dato extraliterario, real, que une a estas dos mujeres que representan la coexistencia pacífica de lo viejo y lo nuevo en el hispanismo internacional. Reisz y Bertrand eligirán hoy, junto a otros 700 compañeras y compañeros de oficio y pasión, a la primera presidenta de la Asociación Internacional de Hispanistas. La puertoriqueña Luce López-Baralt o la alemana Lia Schwartz-Lerner. Gane quien gane, una mujer. "Por eso, Madrid será el congreso del progreso", dicen las dos.

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