_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Petardos

Rosa Montero

Este año no pensaba volver a escribir sobre el Alarde de Irún, esa fiesta tradicional en la cual las mujeres sólo pueden participar como cantineritas niñas bonitas, en contra de la Constitución, y de sentencias judiciales, y del sentido común; e incluso en contra de la misma historia, porque hete aquí que lo que se conmemora es una batalla contra los franceses en la cual todo el mundo, mujeres, niños y viejos, se subió al monte con gran despliegue de antorchas y fanfarrias para asustar al enemigo. Y si en su momento no se hicieron ascos a la colaboración igualitaria de las mujeres, ¿por qué ahora sí se hacen? Es cosa del prejuicio conservador, en fin, y del machismo, una ideología reaccionaria que, por cierto, afecta tanto a ellos como a ellas, porque muchas irunesas se ponen como hidras ante la sola mención de la participación femenina en el Alarde: y es que el inmovilismo mental puede atacar a todos. Por eso, porque sé bien lo que cuesta movilizar neuronas anquilosadas, es por lo que este año no pensaba volver a mentar el tema: para no aumentar la crispación y esperar a que el cambio vaya llegando poco a poco, en la mutación inevitable de las cosas.Pero hete aquí que los sexistas han empezado a buzonear en Irún una convocatoria de guerra tan petarda que no he podido dejar de mencionarla. El panfletillo ocupa un folio, llama a la insumisión contra el «carnaval constitucional», pide que se acuda al desfile con dos kilos de tomates maduros para bombardear a las compañías de mujeres y, en una prosa paranoica inenarrable, asegura, entre otras cosas, que las reivindicaciones las empezaron las lesbianas, que ahora se ha hecho fuerte «la mafia rosa » y que, «de aquí a tres años, los maricones (...) querrán salir de cantineras». No creo que sea necesario añadir palabra.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_