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El horno de los líos

La incineradora de Valdemingómez ha estado rodeada de polémica desde el inicio de su construcción, en 1992. Hasta la justicia ha intervenido.El Ayuntamiento la proyectó para quemar 600 toneladas de basuras al día y descargar de residuos sus colmados vertederos, recuperar la mayor cantidad posible de basura y generar energía con el calor que producen sus hornos.

Pero la idea se topó con detractores: ecologistas, asociaciones vecinales y partidos de izquierda. Denunciaron que por las chimeneas saldrían, además de humos, dioxinas y furanos (sustancias tóxicas).

A pesar de ello, en diciembre de 1995, el Ayuntamiento la puso en marcha. La Fiscalía de Medio Ambiente abrió entonces la vía judicial contra los responsables. El Tribunal Superior de Justicia tuvo entonces que resolver y determinó que este ingenio, que ha costado 15.000 millones de pesetas, no dañaba la salud. Pero el frente de batalla siguió abierto. La lucha de los detractores se centró en el lugar donde se echarían las cenizas producidas por la combustión: el llamado cenicero. Los residuos de la incineradora sólo pueden guardarse en vertederos de alta seguridad. Medio Ambiente dio el permiso para el nuevo depósito en agosto de 1997. Hasta hoy, no se ha puesto ni un solo ladrillo de ese depósito.

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Ultimátum regional ante la falta de un depósito para cenizas en la incineradora
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