La Comisión Europea apoya levantar con condiciones el embargo a la carne británica

La Comisión Europea aprobó ayer por unanimidad la propuesta del comisario Franz Fischler de suprimir el embargo a la carne de vacuno británico. La decisión depende ahora de recibir el visto bueno del Comité Veterinario Permanente (CVP) o, si éste no la apoya, del Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea. La propuesta de Bruselas establece, no obstante, cinco condiciones. Hasta ahora se podía exportar solamente carne de Irlanda del Norte, también con ciertos requisitos, pero no del resto del Reino Unido.

Las condiciones fijadas por la Comisión Europea para permitir la exportación de carne procedente del Reino Unido son las siguientes:1.Que se trate de carne de terneros nacidos después del día 1 de enero de 1996, que tengan entre 6 y 30 meses de edad y que estén libres de la enfermedad de las vacas locas.

2.Que la madre esté identificada.

3.Que la madre haya vivido al menos seis meses después del nacimiento de su ternero.

4.Que la madre no haya desarrollado nunca la enfermedad.

5.Todos los movimientos del ternero tienen que estar registrados informáticamente (granjas en las que ha permanecido, enfermedades, etcétera).

El comisario Franz Fischler defendió ayer la pertinencia de esta decisión a pesar de admitir que aún se detectan unos 3.000 casos al año de encefalopatía espongiforme bovina (el llamado mal de las vacas locas) en el Reino Unido.

El comisario negó que la Comisión se haya aprovechado de la inauguración del Mundial de fútbol para aprobar esta polémica decisión con el mayor sigilo posible -cuando los despliegues informativos se centran en el campeonato- y rechazó también que se hubiera aprobado con precipitación para conseguir su definitiva puesta en marcha comunitaria aprovechando que el Reino Unido preside la Unión Europea hasta el 30 de junio próximo.

Las dos siguientes presidencias, Austria y Alemania, parecen mucho menos propensas a trabajar en favor de levantar el embargo de la carne británica.

La enfermedad de las vacas locas ha producido una ola de desconfianza en los consumidores europeos y muy particularmente en sociedades tan exigentes como las de los ricos ciudadanos de Europa central.