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El Gobierno considera que sólo hay riesgos en una de las 83 balsas mineras existentes en Euskadi

El Gobierno vasco sólo ve riesgo para la salud humana en una de las 83 balsas de yacimientos mineros que tiene inventariadas en Euskadi. Se trata del embalse situado junto a una antigua mina en la localidad guipuzcoana de Mutiloa, que además es el único que tiene un volumen considerable de agua. El Ejecutivo admite que en todos estos depósitos identificados existe "cierta contaminación", al contener lodos procedentes de minerales, pero sin que se aprecie peligro inmediato para las personas. Los ecologistas admiten que, salvo en el caso de Mutiloa, "la situación parece bastante controlada".

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El riesgo potencial de las balsas mineras han alcanzado notoriedad tras el desastre ecológico que provocó en Doñana la rotura de la presa de Aznalcóllar (Sevilla), perteneciente a la explotación de la empresa sueca Boliden. Estos embalses tienen su origen en el intento de limitar la contaminación de los cauces que producía el lavado de minerales: en vez de que el agua utilizada fuera directamente al río se empezaron a habilitar embalses de almacenaje, de modo que, una vez decantado en forma de lodo los residuos minerales, el agua resultante, depurada o no, se va vertiendo progresivamente a los ríos. Por ello, casi siempre están situadas junto en la cabecera de arroyos o riachuelos. Un estudio del Instituto Geológico Nacional realizado en 1988 localizó un total de 41 embalses de este tipo en el País Vasco. En dos de Guipúzcoa, el de Mutiloa, una pequeña localidad cercana a Beasain, y en otro ubicado en Oiartzun, se señalaba la contaminación que producían en los ríos de la zona. Este informe se actualizó en 1995 por una iniciativa conjunta de los departamentos de Industria y Medio Ambiente del Gobierno vasco, que amplió el número de estanques mineros a 83, al incluir también balsas creadas en canteras o sobre suelos industriales deteriorados. "El estudio se hizo para ver el posible riesgo para la salud humana y, de paso, para comprobar el aprovechamiento de las balsas para depositar desechos y tener en cuenta su situación de cara a la construcción de infraestructuras viarias", señala Félix Tijero, técnico del Departamento de Industria. Minas desaparecidas Este último informe constató el estado de abandono de estos embalses, puesto que de las nueve minas que permanecían en actividad en 1988, hoy no queda ninguna. Por ello, salvo el embalse de Mutiloa, donde la actividad extractiva de zinc y plomo cesó en 1992-, todos los demás están vacíos o con aguas estancadas. El inventario ha descubierto problemas ambientales en balsas localizadas en la localidad alavesa de Labastida, con "aguas estancadas y contaminadas por vertido de basuras"; en Trucios - "presenta un drenaje deficiente en épocas de lluvias"-; Karrantza - "en época de lluvia es erosionada por las aguas de escorrentía"-: Ortuella - "mal drenaje superficial"-; Oiartzun y Legorreta, en ambos casos por "contaminación de aguas del río". Félix Tijero admite que los resultados del estudio deben analizarse más detalladamente para determinar con exactitud si existen lodos tóxicos y en qué cantidad. "Es el primer paso para una mayor profundización, porque estas balsas, al estar en el cauce de un arroyo, siempre van a tener algún tipo de erosión, y los lodos están ahí. Lo que hay que ver es si se trata de una erosión normal o si avanza a pasos agigantados y entraña algún tipo de riesgo". Según Industria, una contaminación de los ríos por encima de lo normal provocada por estos embalses sería detectada rápidamente "por las tomas periódicas de muestras que hacen la diputaciones, y entonces se actuaría". El caso de Mutiloa Los antiguos embalses mineros han sido reutilizados con el paso del tiempo para otros fines, y no siempre de forma controlada; como campos de fútbol, pastizales o incluso terrenos de cultivo. No se ha analizado si la contaminación de esos suelos puede resultar peligrosa para las personas o animales que los utilizan. Con este panorama, la única actuación ha sido sobre la presa de Mutiloa, de la antigua mina Troya, que se dedicó de 1982 a 1992 a la explotación de zinc y plomo. Este embalse contiene en su fondo lodos contaminados por sulfuros que, en caso de rotura del embalse, afectarían al cauce de dos ríos guipuzcoanos: el Oria y el Estanda. Sin embargo, las autoridades descartan este riesgo. En una reunión celebrada la pasada semana, con representantes del Gobierno vasco, la Diputación guipuzcoana y el alcalde de la localidad, se comprobó las buenas condiciones del cuerpo del embalse. Sin embargo, para tener una seguridad absoluta, acordaron pedir al Ministerio de Fomento un informe que analice las condiciones de seguridad. Según explicaron, el sulfuro existente sólo es contaminante si entra en contacto con el aire. Al encontrarse los lodos sumergidos o bajo una capa de tierra, no existe peligro. A diferencia del caso de Aznalcóllar, el suelo de la zona no tiene un PH ácido, sino que es de carácter básico, lo que produce un efecto neutralizador de los sulfuros. Junto a ello, el agua embalsada es cinco veces inferior a la vertida en Doñana. El área presentó problemas de contaminación en 1995 cuando, al cesar la explotación, el agua procedente de la mina subió de nivel y se desbordó a un arroyo y pasó de ahí a los ríos Oria y Estanda. Entonces, entre las medidas adoptadas, se depositó una capa de tierra para que los sulfuros no recibiesen los rayos de sol y evitar así su oxidación. La Diputación guipuzcoana sostiene que ahora el agua "tiene cada vez menos metales", hasta el punto que se ha recuperado la vida piscícola en los dos ríos y se estudia utilizarla en los próximos años incluso para el consumo humano. El problema de los suelos Los ecologistas consideran que, salvo en el caso de Mutiloa, la situación "está bastante controlada en el tema de las balsas. Otra cosa son los suelos", señalan desde la plataforma Erreka. "En Mutiloa hay un impacto bastante importante. Aunque parece que van a adoptar medidas preventivas, no dicen cuáles. Lo ideal sería vaciar el embalse, recoger los lodos, sedimentarlos, deshidratarlos y trasladarlos a una planta de tratamiento. Pero, claro, no disponemos de una planta de ese tipo y además todo esto requiere una inversión económica fuerte". El portavoz de Erreka alerta también del peligro de las escombreras existentes con residuos de minerales, que con las lluvias e inundaciones han contaminado zonas de los valles del Urumea y Oiartzun. " El último estudio realizado en 1996 constató que había contaminación, aunque por debajo de los límites tolerados", indica.

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