Castellet ve "motivos ideológicos y no científicos" en las críticas al diccionario
Una semana después de la presentación del artículo que ha desencadenado el alud de críticas al Diccionari de la llengua catalana (DIEC), el Institut d"Estudis Catalans, responsable de la obra, ha respondido. Y lo ha hecho acusando a sus detractores de actuar por "motivos ideológicos y no científicos", según declararon al unísono Manuel Castellet, presidente de la institución; Joan A. Argente, presidente de la Secció Filológica, y Teresa Cabré, directora de las Oficines Lexicogràfiques.
Castellet cree que "algunas personas no se dan cuenta de que la realidad es cambiante, y todavía quieren ver en el instituto una actitud de secretismo que ya no existe". Argente añadió que los que califican al IEC de búnker son víctimas de la obcecación. El origen de la polémica se debe al estudio "El diccionari del Institut. Una aproximació sistemática", aparecido en el número 60 de la revista universitaria Els Marges. En él los lingüistas Francesc Esteve, Josep Ferrer, Lluís Marquet y Juli Moll tachaban al DIEC de "operación fraudulenta" y "producto mal hecho", y lo consideraban "una regresión en términos absolutos" en cuanto a la fijación del lenguaje estándar catalán. Ante estas críticas, los responsables del IEC deploraron ayer el "tono inadecuado" y la "poca seriedad" de algunas, así como la presentación del estudio en la librería Proa, que pertenece al grupo Enciclopèdia Catalana. "Precisamente el hecho de realizar allí el acto demuestra los intereses ocultos de los detractores", explicó Argente. Enciclopèdia es la editora del diccionario más utilizado hasta la aparición del DIEC, el cual, según dicho estudio, lo copia a menudo sin citarlo. Teresa Cabré añadió que no se puede jugar al intercambio continuo de opiniones, "porque al final esto se convierte en una partida de pimpón. Cuando presentamos el DIEC, en septiembre de 1995, ya dijimos que era el resultado de un pacto entre la responsabilidad social del IEC y la demanda de la sociedad, que exigía un diccionario normativo. Entonces ya alertamos que la obra se iría perfeccionando y completando en ediciones sucesivas, y eso es lo que hemos estado haciendo en los últimos tres años". Sobre la posibilidad de incorporar a la segunda edición, prevista para el año 2001, las propuestas de los críticos, la profesora aclaró: "Todas las sugerencias que nos llegan son tenidas en cuenta, siempre que aporten algo nuevo. Y de ésas hay muy pocas..." Para justificar el gran número de quejas que la obra ha generado entre filólogos y estudiosos, Cabré advirtió: "El día que se hagan públicos los nombres de muchos que ahora lo denostan pero que en su día colaboraron en él, va a haber algunas sorpresas. Quizá vale más que no se sepan". Sobre la nota oficial que el IEC difundió el pasado viernes, donde aseguraba que todo era "una campaña de intoxicación por intereses editoriales" y que los miembros del consejo permanente del IEC habían recibido "anónimos difamatorios y amenazas intolerables", Castellet ratificó que dichos envíos duraban ya cerca de dos años y, aunque no se referían a la integridad físicas de los miembros, sí que les acusaban "de ser los causantes del cisma que se le avecinaba a la lengua catalana". Además de simples anónimos, aseguran haber recibido diversos números de un determinado boletín (no especificado), con apartado de correos falso y firmado por un colectivo, "cargado de sarcasmos, exabruptos y versos ofensivos", según especificó Argente. Castellet redundó en la denuncia de este clima enrarecido aludiendo a una carta enviada por una institución (que tampoco citó) lamentándose de la escasa receptibilidad del instituto al exterior.
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