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3.000 muertos en un seísmo en Afganistán

Al menos 3.000 personas han muerto y varios miles resultaron heridas en el fuerte terremoto que devastó el pasado sábado una amplia extensión del noreste de Afganistán, el segundo en menos de cuatro meses. El seísmo, que tuvo una magnitud de 7,1 grados en la escala de Richter, destruyó más de medio centenar de aldeas en la misma zona donde otro temblor causó 4.000 muertos el pasado febrero. Las localidades afectadas se hallan en áreas montañosas de difícil acceso y las labores de rescate se realizan sin medios mecánicos.

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Las autoridades afganas informaron ayer de que es probable que la cifra total de víctimas haya sido considerablemente mayor pues miles de aldeanos se encuentran sepultados bajo los escombros de sus casas. El viceministro de Asuntos Exteriores, Abdulá Abdulá, declaró a la emisora de radio británica BBC que los muertos podrían ascender a 5.000. Se estima que en la zona viven 60.000 personas. El seísmo tuvo su epicentro a unos 50 kilómetros al oeste de Faizabad, capital del montañoso Badajshán afgano, contiguo a la república de Tayikistán. Las áreas más golpeadas fueron los distritos de Rostaq y Chah Ab, en la provincia de Tajar, y Shahr-i- Bozorg, en la provincia de de Badajshán.Las agencias especializadas de Naciones Unidas y organizaciones humanitarias internacionales han emprendido una vasta operación de socorro para auxiliar a los supervivientes, pero a las dificultades geográficas se añaden las malas condiciones climatológicas. «Creo que ha sido mucho más grave que el de febrero porque ha sido más fuerte, muchas de las viviendas estaban ya dañadas por ese terremoto y la zona afectada es mucho más extensa», explicó ayer el jefe de la misión de la ONU en Afganistán, Alfredo Witshi-Cestari. El terremoto del pasado 4 de febrero tuvo una magnitud de 6,4 grados en la escala de Richter y destruyó 14 pueblos en la región de Rostaq.

Fuentes humanitarias informaron ayer de que la sacudida ha destruido en entre un 80% y un 100% más de medio centenar de aldeas. Algunos pueblos han quedado literalmente borrados del mapa, como es el caso de Dashtak, donde vivían un millar de personas. El principal problema continúa siendo el transporte de la ayuda hasta la zona devastada, ya que no existen carreteras y el deshielo de la nieve ha provocado desprendimientos de terreno y dejado completamente inaccesibles varias pistas.

La oposición, que controla todavía parte del norte del país después de haber sido derrotada en 1996 por los integristas talibán, que gobiernan en Kabul, ha lanzado un llamamiento desesperado para que llegue lo antes posible la ayuda internacional. Uno de sus portavoces dijo ayer a la agencia France Presse que son un centenar los pueblos azotados por el movimiento telúrico.

La ONU y organizaciones humanitarias como la Cruz Roja o la Media Luna Roja han comenzado a enviar productos de primera necesidad como alimentos, tiendas de campaña, mantas y medicamentos por vía aérea hasta las zonas más próximas a los pueblos siniestrados.

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