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La Comunidad abre una investigación en el 112 por equivocarse en un aviso de infarto

Jan Martínez Ahrens

El convenio aprobado en abril por el Ministerio de Sanidad, la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid no ha puesto fin a los problemas de coordinación entre los servicios de urgencias. La prueba llegó el pasado domingo con un dramático caso, el ataque cardiaco de un corredor aficionado en Fuencarral, que se saldó con dos errores de los servicios dependientes de la Comunidad: el 112 y el Sercam. Ambos, al recibir el aviso de urgencia lo traspasaron consecutivamente a otro servicio equivocado, lo que retrasó la salida de la ambulancia. Este hecho, que no incidió en la muerte del corredor, ha supuesto la apertura de una investigación y el apartamiento de servicio de un operador del 112.

José Rodríguez Jorge, de 42 años, salió el domingo por la mañana con unos amigos a correr. Aficionado al maratón, Rodríguez, casado y con dos hijos, había superado la semana anterior una revisión médica. Pero al llegar al paraje de la Portillera, junto a la Quinta del Pardo, en el distrito madrileño Fuencarral, el hombre sufrió un repentino ataque (supuestamente cardiaco). Sus amigos salieron en busca de ayuda. Un ciclista se la brindó. Con su teléfono móvil marcó el 112 y dio el aviso de un posible infarto. Eran las 10.05. Ahí comenzó el problema.Tanto por la localización (Madrid) como por la disposición del herido (yacía en vía pública), el 112, según dispone el protocolo del convenio, debería haber pasado el aviso al Servicio de Asistencia Municipal de Urgencias y Rescate (Samur) para que enviase una ambulancia a socorrer al herido. Esta tarea de transferencia de servicios es de hecho uno de los cometidos del 112. El centro, creado a principios de año a raíz de una directiva europea y que ahora esta inmerso en una fuerte campaña publicitaria (su lema es Una nueva forma de llamar a todas las emergencias), ha sido presentado por la Comunidad como el cerebro coordinador de urgencias de la región. Un intermediario único, que trasfiere cualquier tipo de petición de auxilio al cuerpo de policía, bomberos o ambulancias más adecuado.

Pero en el caso de Rodríguez Jorge esta función intermediaria falló. El 112, en vez de alertar inmediatamente al Samur, avisó del posible infarto al Servicio de Emergencias de la Comunidad (085-Sercam). Este organismo regional, sin competencia en la zona, incurrió en otro error y nuevamente, en vez de ponerse en contacto con el Samur, pasó la urgencia al Insalud (061), otro servicio sin capacidad para actuar en esta urgencia. El Insalud, con todo, enderezó el entuerto y dio parte al Samur (092). El resultado de esta tacada telefónica fue que la ambulancia de este servicio municipal salió finalmente de su base de Tetuán a las 10.09, es decir, con cuatro minutos de retraso respecto a la llamada inicial. Cuando a las 10.20, llegó al lugar del accidente, Rodríguez Jorge ya estaba en parada cardiorespiratoria. Los médicos le aplicaron sin éxito descargas eléctricas. Luego le trasladaron al hospital Clínico, donde, según este centro, se certificó su defunción.

Los servicios de urgencias consultados (112, Sercam, Samur y 061) descartan tajantemente que el retraso tuviese relación con el fallecimiento. El caso, sin embargo, ha destapado una cadena de errores que chocan con el convenio firmado entre el Ministerio de Sanidad, la Comunidad y el Ayuntamiento. Este acuerdo fue anunciado como el fin de los problemas de coordinación (por ejemplo, la acumulación de ambulancias en accidentes leves). Para ello delimitó claramente el ámbito y tipo de actuación de los diferentes servicios de urgencias. Así, por ejemplo, estableció que corresponde al Samur actuar en urgencias en la vía pública de Madrid.

En este sentido, en el enredo registrado el domingo pasado destacan dos fallos. El primero es que el operador del 112 no avisó a los especialistas del Samur, pese a que algunos de ellos estan destacados en la misma sala que él. El segundo interrogante radica en por qué el ordenador del 112, cuando el operador le suministró los datos sobre el percance, como es práctica habitual en toda llamada, no indicó a qué servicio correspondía avisar.

El mismo lunes, al conocer el caso, la Dirección General de Protección Ciudadana, de la que dependen el 112 y el Sercam, abrió una investigación interna. Los primeros resultados de este "ejemplo de exigencia" corroboran, según un portavoz de este departamento autonómico, que ambos servicios incurrieron en error al no avisar directamente al Samur. "En el 112, hubo un fallo humano del operador, lo que ha supuesto su apartamiento cautelar del servicio. Y en el Sercam, aunque falta que avance la investigación, también se registró un fallo humano. De todos modos, no se puede vincular la muerte del enfermo con el error en el proceso de activación del servicio de emergencia", señaló el portavoz.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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