Varios dirigentes liberales abandonan la candidatura de Serpa en Colombia
Al igual que en anteriores consultas, la guerrilla amenazó con un «paro armado» allí donde es fuerte, y aunque el Gobierno garantizó las elecciones del próximo domingo, la convocatoria de los alzados atemorizó a los habitantes de los municipios bajo su influencia, que apenas salen de casa temerosos del fuego cruzado entre los grupos violentos. Y en tanto la agitada Barrancabermeja se manifestaba ayer contra los paramilitares, que la pasada semana asesinaron a once vecinos, el candidato conservador a la presidencia de Colombia, Andrés Pastrana, afianza su primera posición en los sondeos.
Le siguen el aspirante del oficialista Partido Liberal, Horacio Serpa, y la revelación del momento, la independiente Noemí Sanin de Rubio. El Partido Liberal, al que pertenece el presidente, Ernesto Samper, ha sufrido una seria escisión: cuatro de los nueve miembros de su dirección nacional huyeron con todos sus pertrechos a las filas de Pastrana.Por otra parte, es trascendental la evolución del conflicto en el puerto petrolero de Barrancabermeja, que reclama al Ejecutivo medidas contra los paramilitares de Santander y sus cómplices en el Ejército, y la libertad de las 32 personas secuestradas por el Grupo de Autodefensas de Santander, acaudilladas por Carlos Castaño. Los paros cívicos convocados por los grupos sociales de esta población, actualmente militarizada, paralizaron en sus recientes protestas el funcionamiento de la refinería de crudo en su demarcación, que suministra gasolina y combustible a todo el país. Samper viajará hoy al lugar para evitar un agravamiento del alzamiento ciudadano y una nueva interrupción del suministro, de momento postergado. «Si estalla Barranca, eso es tenaz» comentaba un observador. La pasada semana se efectuó un paro de varios días y el sindicato de los petroleros, uno de los más importantes de Colombia, decidieron no bombear crudo.
El partido del Gobierno encaja, por su parte, las consecuencias de la crisis política abierta en su seno cuando quedó demostrada la entrada de dinero del narcotráfico en la campaña electoral del presidente Samper, investido hace cuatro años. Horacio Serpa, muy identificado y siempre leal al jefe del Ejecutivo, ha sido abandonado por el grupo liberal disidente, argumentando que es continuista y su triunfo agudizaría los problemas políticos, sociales y económicos del país. «Se ha quedado con Serpa lo más rancio del Partido Liberal. Hasta el año 1994, representaban el sector contra el que siempre había combatido el propio Serpa: el clientelismo, la corrupción y los favores», subraya un buen conocedor de la realidad colombiana.
Por imperativo ético, o simple oportunismo, los dirigentes Emilio Lébolo, Luis G. Giraldo, Elizabeth Rico o Inés G. De Vargas apoyan a Pastrana. Serpa únicamente cuenta con el respaldo de tres miembros de la dirección liberal, ya que Carlos Homes, y Luis F. Jaramillo no pueden definirse al ocupar cargos en el servicio diplomático. Aprovechando el éxodo, y la confusión entre los electores históricamente liberales, Andrés Pastrana se acompaña en la vicepresidencia por el destacado liberal Gutavo Bell, que dejó buena imagen como gobernador del Atlántico. La congresista liberal Ingrid Betancourt se ha constituido en activista contra Serpa y el samperismo. «No queremos que sigan escondiendo tras las banderas del oficialismo los estrepitosos fracasos de Samper: el desempleo, el fiasco del plan social, la vergüenza internacional, el caos en el orden público y la pestilente corrupción ».
Y mientras el Partido Liberal acusa al candidato conservador de ser el heredero de una oligarquía explotadora y rapaz, el jefe del Estado Mayor Conjunto, Norberto Adrana, procuró tranquilizar respecto a las posibilidaes guerrilleras de sabotear las elecciones. Las Fuerzas Armadas vigilarán el 96% de los colegios electorales.
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