Abellán: «Hemos pagado las consecuencias de salir a torear»
«Los toreros han decidido echar palante». Así cantaron los altavoces en un remanso del aguacero. Acto seguido, el diluvio debidamente adornado de rayos, truenos y centellas. Por supuesto, terminar la corrida y escampar fue todo uno. Eran las siete y cuarto y el presidente, César Gómez, aún se mostraba renuente. El primero en romper el fuego fue Miguel Abellán. «Si se suspende, los más perjudicados somos nosotros», repetía el más decidido con aire levantisco.Las posibilidades eran o celebrar la anegada novillada o suspenderla. La hipótesis de un aplazamiento hasta el 6 de junio quedaba desbaratada de entrada: Iniesta, para entonces, es ya matador (toma la alternativa el próximo lunes) y a Abellán le espera una cita en Castellón. «No había otra. Era mi primer y último San Isidro de novillero y no me lo quería perder bajo ningún concepto», dice Abellán. Iniesta le secunda: «Se lo debía a la afición que me ha tratado tan bien desde la cogida. Además tenía que demostrar que si toreo mucho es porque lo valgo y que ya estoy recuperado». Aníbal Ruiz remata: «San Isidro no es para perdérselo bajo ningún concepto y más desde que ocurrió lo del viernes (también llovió). No podíamos ser menos».
Fuertes dolores
Los tres coinciden en que de alguna manera han terminado pagando las consecuencias. Ruiz se presentaba «con un par de fibras del muslo rotas» y fue zarandeado en dos ocasiones. «Tenía unos fortísimos dolores que he tenido que combatir con Nolotil», declara Ruiz. «Mi segundo toro era de triunfo. Si llego a hacer la faena con sol, lo consigo. El presidente tenía razón. Pese a que, por momentos, me he encontrado muy a gusto, la muleta pesaba muchísimo y costaba un trabajo enorme moverla», continúa Iniesta. El remate corresponde a Abellán: «Fríamente, la corrida no tenía que haberse celebrado. Hemos pagado las consecuencias. Pero, bueno, eso no quiere decir que me arrepienta».Por lo demás, Iniesta se queda con la faena a su segundo toro. «Hubo petición de oreja, pero con la lluvia no había pañuelos. El presidente no entendió que la gente la estaba pidiendo a gritos», dice el apoderado del albaceteño, Luis Álvarez. «En cualquier caso, que me la den el próximo día», añade Iniesta en referencia a su alternativa.
Aníbal Ruiz, por su parte, atribuye al mal estado del piso su poca fortuna con el primero. A su segundo lo califica de «mansote». «Pese a ello lo he intentado de todas las maneras posibles. Mi mayor preocupación y, eso sí ha quedado claro, era estar digno», puntualiza. El último de la terna se queja de la insuficiencia del que ha cerrado la tarde. «Se ha quedado a la mitad. Cabeceaba. Lástima de espada. Creo, sin embargo, que ha calado lo que he hecho», concluye. En efecto, caló y de qué manera.
Babelia
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