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La clase dirigente no estima el catalán, según el foro "Catalunya demà"

Enric González

La lengua catalana padece "pérdida de prestigio social" debido a la "poca estima que muchos ciudadanos, especialmente la clase dirigente (con excepción de la clase política), demuestran hacia la lengua propia". Ésta es una de las muchas conclusiones contenidas en las 14 ponencias redactadas tras el debate Cataluña demà, que ha reunido desde octubre a casi tres centenares de representantes del mundo económico, social y cultural, a instancias de la Generalitat.

La mayoría de los participantes en el foro de debates, que reunió a personalidades como Josep Vilarasau, Manuel Vázquez Montalbán, Antoni Farrés y Federico Mayor Zaragoza, asistieron ayer a la presentación de las conclusiones, presidida por Jordi Pujol. El presidente de la Generalitat no se comprometió a aplicar las recomendaciones recogidas en el amplísimo informe elaborado por los ponentes, pero lo calificó de "trabajo de gran calidad". Pujol anunció que el foro tendrá continuidad después de las próximas elecciones autonómicas, para estimular un "gran diálogo poliédrico" en el que puedan abordarse "temas tabú" sobre la reforma del Estado de bienestar, la crisis de valores o la identidad nacional catalana. El presidente de la Generalitat utilizó la fórmula "un gran diálogo para un nuevo contrato" para referirse a los grandes cambios necesarios en la sociedad al inicio del siglo XXI. Pujol admitió que los políticos "no deberían" referirse a asuntos "potencialmente impopulares", como la reforma del Estado de bienestar, pero añadió que él prefiere hacerlo "por honestidad". Entre las 14 ponencias, la dedicada al "reto cultural y lingüístico" ante la globalización afirma que la lengua catalana padece "graves problemas". Poco interés juvenil Además de la poca estima de la clase dirigente hacia la lengua propia, los ponentes destacaron las dificultades del catalán en el mundo socioeconómico, el poco interés que despierta entre los jóvenes y la poca presencia en el terreno informático, además de "la presencia en Cataluña de un importante núcleo de intelectuales y escritores en castellano". En su discurso de clausura, Pujol no se extendió sobre los problemas del catalán. Sí afirmó que hay "muchas maneras de ser catalán" y que Cataluña debe ser "un modelo de integración, no de exclusión", capaz de acoger "personas, valores e ideas venidas de fuera". Para ello, sin embargo, debe mantenerse "sólido" el "tronco central de la identidad catalana, el que asegura su continuidad". Las conclusiones fueron, en general, optimistas. Según los ponentes de Catalunya demà, el futuro del país pasa por aprovechar el "fortalecimiento de pueblos con conciencia nacional y sin soberanía" que propicia la unión económica y política de Europa; abrir la economía y basarla en los sectores "posindustrial y de servicios"; conseguir el "trilingüismo generalizado" (catalán, castellano y lengua extranjera); reforzar las ONG; dar la máxima prioridad a las políticas medioambientales y de formación profesional; mimar el turismo, y crear un modelo de jubilación parcial y progresiva.

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