El CSIC insiste en que se pueden inhalar las partículas

El grupo de expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha certificado en su tercer informe la alta concentración de metales pesados en los lodos depositados en el cauce del río Guadiamar tras la rotura de la balsa de las minas de Aznalcóllar. El presidente del CSIC, César Nombela, presentó ayer en Sevilla los resultados de los análisis de varios laboratorios a partir de muestras en nueve puntos distintos. Nombela destacó que el tamaño de las partículas las hace «susceptibles de ser inhaladas» y que la composición de los lodos se corresponde con la de «la mena de una explotación pirítica». Así descartó, con estos datos, que en la balsa se almacenaran otros residuos que no fueran los de las minas de Aznalcóllar.Los expertos insistieron en la necesidad de que los lodos sean extraídos antes de que lleguen las lluvias de otoño. «El Ejército es una opción, pero tienen que ser las administraciones las que designen los medios», señaló Nombela. José Antonio Viera, representante de la Junta en el comité de coordinación, cogió el testigo: «Con la incorporación de 1.000 jornaleros y la concentración de las maquinarias en el primer tramo» -dónde está el mayor volumen de lodo depositado- «esperamos llegar a un ritmo de 22.000 metros cúbicos al día». Si las previsiones del comité se cumplen, en 100 días se habrán trasladado a Aznalcóllar más de dos millones de metros cúbicos.

«No se escatimarán medios económicos», aseguró Andrés Herranz, subdelegado del Gobierno en Sevilla, quien anunció que el comité de coordinación pedirá el próximo lunes a los agricultores que colaboren en las tareas de extracción en sus fincas. El plazo de tres meses para la operación tiene otra razón de ser: «Hemos hecho estudios de lavado de los lodos con agua con un pH 5 (ácido) y hemos comprobado que los elementos tóxicos se pueden movilizar al agua y a los suelos y de ahí a los organismos».

La combinación, en verano, de aguas estancadas, altas temperaturas y la intervención de ciertos microorganismos facilitaría la introducción de los metales pesados en las cadenas de alimentación animal.

El examen de los elementos de los lodos tóxicos dio resultados preocupantes. Se han encontrado zinc y plomo en una proporción de 8.000 gramos por tonelada, 5.000 gramos por tonelada de arsénico. También se registraron niveles «potencialmente peligrosos» (sic) de cobre (2.000 gramos por tonelada) y talio (55 gramos por tonelada), como había anticipado un primer estudio de la asociación Greenpeace. El presidente del CSIC subrayó que ninguno de los elementos tóxicos está «por ahora, disponible para los seres vivos», y delimitó los riesgos a la posibilidad de que las partículas sean inhaladas cuando los lodos se sequen. Nombela esgrimió el tamaño de las partículas (inferiores a 10 micras y por tanto respirables) para reafirmarse en la necesidad de adoptar medidad de seguridad (mascarillas y guantes) en las tareas de remoción de los lodos. Eso sí, descartó que las poblaciones cercanas tuvieran que seguir esas precauciones «a no ser que se sequen (los lodos) y se dispersen en el aire».