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Reportaje:BIOLOGÍA: CONSERVACIÓN DE ESPECIES

Los españoles mantienen su hipótesis sobre la mortandad de focas monje

La foca monje del Mediterráneo ( Monachus monachus ) es uno de los mamíferos de gran tamaño en mayor peligro de extinción. En mayo y junio del año pasado, aproximadamente la mitad (unos 300 ejemplares) de la población aislada de foca monje en la costa de Mauritania murió, lo que equivale posiblemente a un tercio de la población mundial. En algunos ejemplares de focas muertas se aisló un virus, que rápidamente fue encontrado culpable por virólogos holandeses de las muertes. Desde el principio, sin embargo, biólogos españoles, que estudian esta importante población de Cabo Blanco, pensaron que las muertes se debieron al envenenamiento por algas tóxicas. La discusión ha llegado a las páginas de la revista Nature que, tras publicar rápidamente la primera hipótesis, publica ahora (7 de mayo) la de los biólogos españoles.Detrás hay grandes diferencias de opinión no sólo sobre el envenenamiento, sino también sobre las pautas adecuadas de conservación de esta especie que están retrasando decisiones sobre un plan de acción.

En agosto del año pasado, Albert Osterhaus, de la universidad Erasmus de Rotterdam, identificó un morbilivirus en algunas -muy pocas- focas muertas, relacionado con un virus que ataca a los delfines y aseguró que la mayoría de estos animales sufrían de insuficiencia respiratoria, enfisema y congestión pulmonar, que consideraron consecuencia de la infección. Un morbilivirus fue hallado culpable de una gran mortandad de focas en el noroeste europeo en 1988.

Adultos paralizados

Pero sus conclusiones son refutadas por Mauro Hernández, del Laboratorio Forense de Vida Silvestre de Madrid y otros ocho científicos, siete de ellos también españoles , en una carta enviada a Nature. Explican estos investigadores que las muertes afectaron sobre todo a los ejemplares adultos, lo que no cuadra con un morbilivirus, y aseguran que no encontraron enfisema ni daños virales o infecciones secundarias. También observaron que los animales moribundos estaban letárgicos y paralizados. Para ellos, la causa de la muerte está en tres tipos de algas tóxicas encontradas en las aguas circundantes. El hallazgo de peces contaminados y pequeñas cantidades de las toxinas en muestras procedentes de las focas muertas les hace pensar en que las focas comieron los peces contaminados y se envenenaron. No niegan que existiera el virus pero sí que haya sido la causa de la muerte.Según el especialista británico John Harwood, ninguna de las dos teorías convence absolutamente y en todo caso muestra lo difícil que es encontrar la causa de la mortalidad en las especies salvajes, en las que no se conoce la incidencia de los virus, por ejemplo, o el nivel letal de una toxina. Recuerda Harwood que en casos anteriores de grandes mortandades en animales marinos se han manejado las dos hipótesis: las toxinas de algas y los virus y que cualquier plan de conservación tiene que tener en cuenta los peligros que acechan a poblaciones aisladas.

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