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La Fundación Cubano-Americana, investigada por un supuesto plan para asesinar a Castro

Cuando el barco de los guardacostas que patrullaba cerca de Puerto Rico se acercó a la cabina de La Esperanza el pasado octubre, los cuatro exiliados cubanos que iban a bordo declararon estar de pesca. Pero el único equipo de pesca de la embarcación permanecía aún envuelto en bolsas. A las preguntas de los guardacostas, los cuatro declararon haber navegado 900 millas desde Miami en tan sólo un día, lo que resultaba totalmente improbable debido al barco en el que viajaban. Entonces surgieron las sospechas que han conducido a abrir formalmente una investigación a los dirigentes de la Fundación Nacional Cubano-Americana, la principal organización del exilio cubano en Miami.

«Nadie va a pescar en una expedición con unas armas del calibre 50», declara Héctor Pesquera, jefe del FBI en San Juan. Los guardas escoltaron el barco hasta la costa, lo registraron y hallaron un compartimento secreto en cubierta tapado con una alfombra. Dentro, descubrieron un arsenal de armas entre las que se encontraban miras telescopicas nocturnas y dos rifles de alta potencia. Sin más, uno de los cuatro hombres que estaban a bordo se lanzó a un relato que condujo a su immediato arresto.«Esas armas son mías», le espetó Ángel Alfonso Alemán, uno de los exiliados que iba a bordo del barco, a un investigador de aduanas que revisó el barco. «Los otros no sabían nada sobre ellas (las armas). Las puse allí por mi cuenta. Son armas para matar a Fidel Castro».

El curioso incidente ha desencadenado desde entonces una amplia investigación federal que, según funcionarios norteamericanos, ha llevado a las autoridades estadounidenses hasta una de las organizaciones de presión más poderosas de EE UU, con donaciones al partido Demócrata y Republicano de más de un millón de dólares (150 millones de pesetas).

Esa organización, la Fundación Nacional Cubano-Americana, defiende públicamente los actos no violentos necesarios para fomentar el cambio político en Cuba y ha forjado estrechos lazos con cada presidente norteamericano desde la administración de Ronald Reagan. Su combativo presidente y fundador, Jorge Mas Canosa, fue el arquitecto en la sombra de la construcción de la política norteamericana de mano dura respecto a Cuba hasta el momento de su muerte el pasado noviembre.

El presidente norteamericano, Bill Clinton, se reunió en privado el año pasado con dos líderes de la Fundación en una fiesta benéfica justo después de que los investigadores federales empezaran a examinar el posible papel de la Fundación en un plan para asesinar a Castro. Poco después del descubrimiento de las armas a bordo del Esperanza, las autoridades federales se dedicaron a escrutar a fondo la Fundación.

El destino que indicaban las coordenadas de navegación señaladas en el barco en el momento de su detención era Isla Margarita, en Venezuela, donde Castro, junto con otros líderes latinoamericanos, se preparaba para asistir a una cumbre iberoamericana en noviembre.

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Francisco José (Pepe) Hernández, presidente de la Fundación, y José Antonio Llama, perteneciente al Consejo de la misma, están relacionados con el caso. Uno de los rifles de asalto aprehendido a bordo del barco resultó estar registrado a nombre de Hernández, según el informe hecho por el FBI. La embarcación en la que viajaban los cuatro exiliados, según datos del Estado de Florida, pertenecía a una compañía propiedad de Llama. Y el barco en cuestión zarpó de Coral Gables (Florida), desde un muelle privado de otro miembro de la Fundación.

Tanto Hernández como Llama, según los abogados que llevan el caso, han sido notificados de estar en el punto de mira de una investigación federal, un paso que los fiscales siempre dan cuando están considerando seriamente hacer una acusación formal. Ninguno de los dos se encontraba a bordo de La Esperanza. Hernández y Llama participaron en Bahía Cochinos, la fallida operación que llevó a cabo la CIA en 1961 para derrocar a Castro. Además de militar activamente en la Fundación ahora investigada, ambos son miembros del patronato de la Fundación Hispano Cubana.

«Puede publicar lo que quiera, pero no vamos a hecer ningún comentario al respecto», respondió en Miami Manuel Vázquez, uno de los abogados que representa a Hernández, cuando se le preguntó por la versión de los hechos de su defendido.

José Antonio Pagán, que representa a Llama, admite que su cliente es el dueño de la compañía a la que pertenece La Esperanza y que fue requerido para dar sus huellas digitales y ejemplos de su escritura al FBI, pero «niega rotundamente» que Llama haya planeado atentar contra la vida del líder cubano. De momento, sólo existen cargos contra los cuatro hombres que se encontraban a bordo de La Esperanza.

La investigación llega en un momento delicado para la Fundación . Desde su nacimiento, en 1980, la organización ha argumentado frente al millón y medio de cubano-americanos que residen en EE UU que el camino más efectivo para echar a Castro es a través de las leyes de Washington.

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