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Tensión y provocación

La razón de exhibición del desorden a traves del cuerpo está en los sesenta, según Aurora F. Polanco: "La liberación mostró cuerpos menos pudorosos que algunos consideraron imperfectos". Fue entonces, agrega, cuando el Narciso quiso mejorar su figura y empezó a esculpir y a esculpir su cuerpo hasta que en los ochenta terminó su obra. "Después no supo qué hacer, hasta que echó un vistazo atrás y se detuvo en la Edad Media. Sólo le quedaba la vuelta al cuerpo, a la arcada, y deseó recuperarlo, aunque fuera desde el dolor".¿La clave? Generar un punto de tensión y provocación. Este cambio de la filosofía del mirar y no tocar por una más mundana, a través de la estilización del desorden, encontró en el espacio doméstico un lugar idóneo para expresarse, afirman Macua y José María Cruz Novillo, escultor y diseñador. La aceptación del desorden en casa, dicen, proviene de los 70 cuando la gente empezó a hacer habitables de manera improvisada las viejas fábricas, como una respuesta el abigarramiento de los 60. Luego llegaron los yuppies con lo minimalista y "con casas para ver y no para vivir". "Pero ahora, con lo ecléctico, lo que importa es lo informal y cómodo". El desorden habitual, practicado por casi todos de manera natural, empezó a dejar de ser una carga del qué dirán.

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Ahora, el augurio de esta estética es de larga vida, porque el desorden se ha buscado su espacio en lo minimalista, "la otra corriente fuerte", dicen las profesoras de Arte y de Historia del Traje. Minimalismo y desorden se han convertido así en unos cómplices que dejan ver salones con pocas cosas, algunas con la sensación de haber sido casi olvidadas y abandonadas, como si se viviera de paso. Dejar el rastro de un toque más humano.

Minimalismo

Esta alianza entre el desorden y el minimalismo la reafirma la moda del vestir con prendas sencillas entradas en el aparente abandono o como si fueran de segunda mano, agregan las catedráticas. Calvin Klein fue uno de los primeros en observar la fusión de la tendencia, recuerdan ellas, y por eso sus anuncios provocadores muestran modelos ''no convencionales" con prendas sencillas que invitan a decir me importa un ¡carajo!"Toda esta manifestación es como un intento de acercamiento a los carnavales ravelesianos del siglo XV, "donde está la verdadera rebeldía", según Aurora Polanco. "Los carnavales son la única salida donde siempre hay una llamada al cuerpo donde la gente se libera de verdad", agrega la catedrática. Pero no deja de advertir que una fiesta de éstas no puede mantenerse continuamente, porque pierde su fuerza y su esencia. "Sobre todo una como ésta, donde ha empezado a difuminarse la autenticidad y a llenarse de falsos disfraces". Algo que Macua resume en una frase: "Hemos metido la esencia en la apariencia".

La época del marketing del desorden y del yo a través de eslóganes como el ¡Be you!, el ¡Do it!, lo crazy o del ¡No fear!

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