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Reportaje:

El jardín de las malas hierbas

40 profesores de Biología se oponen al parque botánico de la Complutense porque su interés científico es "cero"

El proyecto más emblemático de la Complutense ha arrancado con mal pie. Los seis catedráticos de Biología Vegetal de la Universidad y 34 profesores titulares de esta especialidad, que se imparte en las facultades de Ciencias Biológicas y Farmacia, han redactado una carta abierta al rector, Rafael Puyol, advirtiéndole de su " profunda discrepancia" con el jardín botánico. Esta obra, que se construye desde diciembre en plena avenida Complutense, "tiene un interés científico igual a cero", a juicio de los firmantes. Puyol ha prometido estudiar estas quejas, aunque anda muy molesto con que se aireen.En la carta se deplora que el jardín lo haya concebido un autor que demuestra un "profundo desconocimiento" en temas botánicos. El aludido es el catedrático de Arboricultura en la Politécnica Fernando Gil-Albert Velarde, un hombre al que Puyol eligió para evitar rencillas entre las distintas facultades científicas de la Complutense. Lo cierto es que las críticas las suscriben todos los catedráticos y las tres cuartas partes de los profesores de los dos departamentos: Biología Vegetal 1, en Biológicas, y Biología Vegetal II, en Farmacia. Los botánicos aseguran que el modelo aprobado carece de toda utilidad académica para los estudiantes.

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Un proyecto con mucho gafe

En la memoria, Gil-Albert Velarde define el parque como "una colección de más de 200 especies pertenecientes a más de 40 familias, lo que permitirá realizar todo tipo de estudios y trabajos botánicos". Sus opositores advierten de que un jardín universitario medio "cuenta en otros países europeos con unas 8.000 especies vegetales". Y apostillan, irónicos.: "En la propia Ciudad Universitaria se han catalogado más de 400 especies de flora silvestre. Por tanto, las malas hierbas que crezcan a los pies de la tapia superarán en biodiversidad al parque botánico de su interior. Los muros servirán no para proteger la biodiversidad amenazada, sino para defenderse de ella ....".

Acto seguido, detallan las supuestas carencias del jardín. Entre otras, revelan que las plantas se agrupan "sin criterio de ordenación ni selección", que como plantas de importancia industrial (en particular, las textiles) sólo aparecen unos pocos árboles frutales, o que el apartado de comunidades vegetales propias de la región se limita a un pinar "típico de la sierra madrileña". Las plantas medicinales, el invernadero, el banco de semillas o el habitual jardín mendeliano (espacio para. experimentos sobre las leyes de la herencia, desarrolladas por Mendel en el siglo XIX), sencillamente, no existen.

Rafael Puyo admitió que los autores del escrito "pueden estar diciendo la verdad", aunque él no es ningún experto en la materia. Con todo, el rector se mostró muy enojado con la actitud de los denunciantes. "Estas cosas deberían resolverse en el seno de la institución, no con cartas colectivas", argumentó.

Los 40 firmantes también hacen constar su enfado porque no les hayan pedido opinión sobre el jardín. Puyol les responde: "Todo esto me parece un despropósito. Nadie valora la voluntad política de poner ese jardín en marcha. Si no lo hago, me crucifican; si lo hago, también". Y remacha: "Difícil oficio éste de rector ...".

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