"¡Cómo cambian las cosas!"
En esmoquin, que en Estados Unidos llaman tuxedo, o trajes largos, cientos, miles de personas iban de fiesta en fiesta en Sunset Boulevard ya bien entrada la madrugada de ayer. A pie, si los locales quedaban cerca, o en limusinas casi tan largas como esos autobuses de bricolaje de La Habana llamados camellos. Si Los Ángeles siempre tiene el ánimo festivo, ayer más. No sólo su principal industria, el cine, había reverdecido sus laureles, sino que la ciudad se había sacado toda una espina frente a la capital federal, el muy serio Washington D C.Billy Crystal, que en su sexta presentación de los oscars volvió a arrancar carcajadas y aplausos continuos, fue el encargado de ejecutar la revancha de la liberal metrópolis californiana frente a la oficialmente muy puritana ciudad del Potomac. "Hace un año", recordó, "Ia Casa Blanca críticó que había mucho sexo en Hollywood. íCómo cambian las cosas!".
La esperada alusión a los escándalos sexuales protagonizados por Bill Clinton estaba servida. Pero Crystal no se quedó en eso. Bromeando sobre una fiesta en la que uno puede bajarse los pantalones, precisó: "Como hacen en Washington".Quedaba proclamado que Los Angeles siente que trata el sexo de una manera mucho más abierta y glamourosa que ese Washington que siempre le está queriendo imponer censuras, pero donde un asesor del presidente -Dick Morris- fue sorprendido en un hotel en compañía de una prostituta y al mismo títular de la Casa Blanca le salen denuncias del más cutre acoso sexual.
Los Ángeles, no obstante, le reconoce a Clinton, por el que votó en las elecciones presidenciales, su capacidad de resistencia política. Y no sólo con el reciente estreno de Colores Primarios. Una de las bromas más escuchadas en los pasillos de la ceremonia de los oscars aseguraba que si el verdadero Titanic -el buque de 1912- se hubiera llamado The Clinton, lo que se hubiera hundido habría sido el iceberg.
Fiesta española
La ceremonia le pareció "pelín hortera" a Vicky Peña, una de las protagonistas de Secretos del corazón, y "larga, barroca y patriotera" a su compañera Silvia Munt. Aunque las dos actrices precisaron que les había gustado la experiencia de vivirla personalmente. Peña, Munt, el director Montxo Armendáriz y el pequeño Andoni Erburu no estaban demasiado tristes por no haber ganado el Oscar a la mejor película extranjera porque en ningún momento se habían hecho demasiadas ilusiones.Así que la fiesta española en Hollywood, en el restaurante Le Döme, de Sunset Boulevard, estuvo repleta y animada. Por allí andaban Imanol Uribe y María Barranco, Juan Luis Cebríán y Teresa Aranda, y Antonio Banderas y Melanie Griffith. Banderas y Griffith fueron, literalmente, asaltados por los equipos españoles de televisión y fue cosa digna de admirar la paciencia con que lo soportaron. "Antonio", dijo Armendáriz,es un tipo majo, un tipo muy solidario".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.