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Brasil cree que el fuego de la Amazonia estará controlado en 20 días

La sequía, 'El Niño' y la acción humana se han aliado para agravar el desastre

El Gobierno brasileño, tras una semana de incendio incontrolado en la selva y la sabana amazónica del norte del país, se mostró ayer más optimista. Algunas fuentes oficiales aventuraron que tras la llegada de los efectivos antiincendios se puede prever que las llamas estarán controladas en tres semanas. La extensión del área devastada no sería, según las mismas fuentes, tan alarmante como se creía. Los expertos, por su parte, se muestran especialmente preocupados por la influencia que la acción humana ha tenido en este desastre.

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El incendio, de momento, avanza por el Estado norteño de Roraima implacablemente, quemando bosques, sabanas y cultivos. Sin embargo, las previsiones no son tan alarmantes como hasta ahora. El presidente del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama), Eduardo Martins, afirmó ayer que con la colaboración de especialistas llegados de Argentina, además de los bomberos enviados por varios estados brasileños, será posible controlar el fuego dentro de tres semanas.Tal optimismo no es compartido por el secretario de Políticas Regionales del Gobierno federal, Fernando Catáo, que afirmó ayer que el incendio no terminará mientras no llueva: "Sin la ayuda de San Pedro será muy difícil controlar la propagación del fuego". El Ibama es un instituto oficial dependiente también del Gobierno federal.

Martins informó que según últimos datos disponibles, los daños causados por el fuego no serían tan extensos como se pensaba. El área devastada sería de unos 7.000 kilómetros cuadrados, superficie equivalente al País Vasco, y no de 37.000, como habían afirmado la semana pasada las autoridades locales y que es equivalente a lo que ocupa Extremadura.

El Instituto Nacional de Investigación Amazónica (Inpa) señala que no son sólo los incendios deliberados los que están destruyendo la mayor selva tropical del planeta. Detrás de este nuevo desastre está también la sequía excepcional provocada por el fenómeno climático de El Niño, como se denomina al periódico calentamiento de las corrientes del Pacífico que tienen, después, importantes efectos en el clima del resto del planeta. El Niño ha duplicado y hasta triplicado en alguna zonas el porcentaje de la mortandad de árboles.

Pero lo que más preocupa a los investigadores es que la acción humana esté intensificando los efectos de El Niño, lo que podría llevar a la desertificación de la Amazonia. "El recalentamiento global causado por el efecto invernadero tal vez favorezca a El Niño. Además, la deforestación y la extracción de maderas fragilizan la floresta", advirtió el biólogo Claude Gascon, coordinador de la investigación del Inpa sobre los efectos de El Niño en la Amazonia.

La potente industria maderera está bien implantada en la zona. Eduardo Martins calcula que el 90% de la madera que abastece los aserraderos de la rica región del sureste, de Brasil proviene de la selva amazónica. "No hay otra posibilidad, la floresta atlántica ya no existe más", explica.

La región amazónica brasileña alberga 22 empresas madereras trasnacionales. Según informes de la Secretaría de Asuntos Estratégicos del Gobierno, estas empresas ocupan tierras suficientes para producir 3.000 metros cúbicos de madera por año, pero extraen 10.000 veces más; unos 30 millones de metros cúbicos. Según los reporteros de 0 Globo, que visitaron 17 ciudades para un extenso reportaje publicado recientemente, las empresas compran áreas de explotación racional, controladas por el Gobierno y luego declaran al Ibama que extrajeron la madera de esos lugares.

Nada de esto sería posible sin la colaboración de los políticos al servicio de las grandes madereras, concejales y diputados que defienden el derecho de depredar la Naturaleza so pretexto de "dar trabajo a los pobres".

"No estoy haciendo la apología de la destrucción del medio ambiente; estoy apenas defendiendo seres humanos", afirmó el diputado Euler Ribeiro, quien ha organizado manifestaciones populares por la devolución de madera extraída ilegalmente, que fue confiscada por el Gobierno.

Otro diputado, Pedro Satélite, explica que defiende el medio ambiente, pero que aquella madera no tenía salvación, que "ya no volvería a convertirse de nuevo en árbol".

[La asociación ecologista Greenpeace emitió ayer un comunicado en el que pide al presidente del Gobierno de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, que prohíba la quema de bosques. Según los ecologistas, más del 75% de los incendios de 1995 y 1996 fueron autorizados por el Ibama. "Mediante la quema de bosques", dice el comunicado, 11 agricultores, ganaderos, madereros y mineros entran en zonas antes inaccesibles ocupadas por la selva. En los últimos tres años esta práctica ha destruido seis millones de hectáreas, una superficie superior a la de Extremadura y Murcia juntas''...''Ahora habrá que sumar las áreas que han ardido y siguen ardiendo, de forma incontrolada, en Raraima"].

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