Esto no es una despedida
Querido Catalá.Odio, detesto las despedidas. Y no tengo claro si es más fuerte la tristeza o la rabia que siento cuando un tren se va o despega un avión llevándose en las tripas a una persona que quiero y necesito.
Me estás mirando, ahora, desde la pared de mi despacho, con tus enormes gafas encaramadas en difícil equilibrio sobre tu nariz de garbanzo, ancha la sonrisa, generosa, embutido en tu inseparable cazadora verde, como una segunda piel. Estamos Oriol, Xavier, tú y yo, con Maragall, fue, ¿recuerdas?, en la exposición de la Corporación Metropolitana. Lo pasamos bien e hicimos un buen trabajo. Fue estupendo trabajar los cuatro juntos.
Me encanta fardar de que somos colegas, porque tu amistad y tu generosidad conmigo, con todos nosotros, no sólo me ha confortado, además me ha llenado de orgullo, porque eres el mejor. El modelo, el maestro, la inevitable referencia, eso tan difícil de abarcar y definir, eso que llaman talento.
Ya se encargarán otros de glosar tu vida y tu obra, tu inmenso trabajo, tan grande y ancho como tu corazón, tu absoluto dominio de la humanidad y la ternura, tu humor, tu fuerza.
Odio las despedidas, aunque ya sé que sólo te has largado por un tiempo, porque tu amigo Joan Miró lleva unos cuantos años pintando un cuadro enorme, de esos con fondo azul cobalto, lleno de pájaros y estrellas. Y el pobre está aburrido, añora a su compadre de siempre, a su fotógrafo, a su amigo.
0 sea, que vamos a esperar tu nuevo trabajo.
Hasta siempre, compañero, vuelve pronto, porque te vamos a, echar mucho de menos.
¡Suerte y buen trabajo!
Te quiero, Colita.
Babelia
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