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Tribuna
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Los engaños de Sadam

Si hay una característica que defina a Sadam Husein, además de su brutalidad para con enemigos, súbditos y familiares, es el engaño sistemático. Amparado en la firma el Tratado de No Proliferación y en una imagen de contención del integrismo iraní, Sadam logró burlar todos los controles de la AlEA y del espionaje occidental y desarrollar durante los años ochenta un programa destinado a dotarse de armamento de destrucción masiva.Así, cuando las primeras inspecciones de Naciones Unidas tuvieron acceso a instalaciones y documentación, tras la guerra de 1991, lo que descubrieron sobre los arsenales iraquíes resultó una desagradable sorpresa: Bagdad no sólo tenía muy avanzado un vasto programa nuclear, sino que había desarrollado también un ingente arsenal químico, así como grandes progresos en misiles balísticos e investigaciones en armas biológicas. Por poner un ejemplo, Unscom cifró el número de científicos y técnicos involucrados en el programa nuclear en más de 27.000. Y las armas químicas se contaban por decenas de miles.

¿Cómo podía haber pasado inadvertido tamaño esfuerzo? La única explicación que ofrecen los análisis de Unscom es el denodado esfuerzo de Sadam por mantener ocultas y secretas sus investigaciones. Cuatro son los principales factores de su éxito: en primer lugar, su buen conocimiento de los límites del espionaje occidental y del norteamericano más en particular. Conocía tanto sus capacidades técnicas como las humanas y, así, se dedicó a un gran montaje de mentiras sobre mentiras cuyo único fin era el engaño sistemático. En 1991, Unscom encontró edificios construidos dentro de edificios y, por tanto, opacos a los ojos humanos o de satélites (Tuwaithia); instalaciones destinadas a los mismos fines, pero edificadas de formato totalmente diferente para evitar deducciones por comparación (Ash Sharqat y Tarmiya); enterramiento de las unidades electrógenas y de las conducciones de agua a fin de evitar uevelar el tipo ygrado de actividad que se desarrollaba en ellas (Al Kindi); instalaciones con todo lo necesario en su interior para evitar el movimiento de personas y disimular ,así, su grado de operatividad (Al Atheer); laboratorios estratégicos, pero sin perímetro de seguridad, para ocultar su importancia (Tarmiya); enterramiento de instalaciones y componentes para evitar que se detectaran las emisiones, y un largo etcétera.

En segundo lugar, los servicios secretos iraquíes habían conseguido, engañar a la Agencia de la Energía Atómica, selecionando cuidadosamente a sus inspectores. Una reevaluación tras la guerra del Golfo puso de relieve que, durante los ochenta, el grueso de ellos procedió de la URSS, países del Este y África, y que la mayoría coincidían en su amor por la buena mesa y en la soltería. Alojamientos alejados de las instalaciones que tenían que visitar unido a copiosas comidas y a un engañoso diseño de las plantas industriales permitió que el programa de armas nucleares pasara inletectado.

El tercer factor del engaño iraquí consistió en el establecimieno de una tupida red de compradores. que, aprovechándose de la isposición de las industrias, muchas occidentales, consiguieron escamotear a las aduanas sus compras de material sensible. Las facturas de compras incautadas ponen de relieve lo tortuoso de las rutas, el énfasis en los componentes aislados, no en el producto final, y las duplicaciones de los pedidos, por si alguno fallara o fuese interceptado.

Por último, pero no menos importante, Sadam Husein pudo mantener oculto su programa nuclear porque los métodos que utilizaban sus científicos e ingenieros fueron despreciados por costosos y poco eficaces en los laboratorios occidentales desde finales de los cuarenta. Sadam Husein probó con todo lo no convencional que pudo, desde la difusión gaseosa a, especialmente, a separación electromagnética de isótopos. Lo que él compraba, por tanto, parecía no tener utilidad dañina alguna.

Éste es el cuadro, básicamente, que gracias a una labor paciente y metódica de los inspectores de Unscom, se llegó a poner de relieve en sus dos primeros años de trabajo. Bagdad estaba cerca de la construcción de un ingenio nuclear de 18 kilotones. A pesar de la versión oficial de que sus instalaciones eran puramente para la investigación civil.

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Aunque la constancia de la posesión de agentes químicos por Irak era clara (16.000 muertos iraníes y más de 5.000 kurdos fueron letalmente gaseados en los ochenta), con las armas químicas pasó otro tanto. Las compras de cientos de toneladas de agentes precursores hacía difícil una estimación de las armas finalmente fabricadas y almacenadas, y Sadam se mostraba reacio a facilitar una información fidedigna a pesar del deber de hacerlo según las resolucioles de la ONU. Primero reconoció poseer 6.000 obuses con carga jurírnica; más tarde los amplió a 10.000; finalmente reconocería 30.000. Unscom hasta la fecha ha logrado destruir 40.000, medio illón de litros de agentes químcos varios y casi dos millones de litros de agentes precursores. Bagdad, aunque modificó tres ves sus informes hasta 1995, no reconocía haber producido VX, un agente nervioso altamente leal, ni armas biológicas, a pesar de las fuertes sospechas de la ONU al respecto.

Los inspectores, no obstante, se mostraban en 1994 relativamente satisfechos con lo logrado, especialmente en el terreno de los misíles balísticos, donde habíam conseguido encontrar y destruir la mayoría de los Scuds que la Unión Soviética vendió en su día a Irak, incluidas 30 cabezas químicas listas para su uso.Creían haber aprendido de la mala experiencia de las inspecciones de los ochenta y confiaban en los sistemas de monitorización permanente que comenzaban a emplazar en instalaciones críticas.

Pero este relativo optimismo saltaría hecho añicos en 1995, cuando un yerno de Sadam Husein y entonces responsable del complejo industrial militar iraquí, temiendo por su vida, huyó para refugiarse en Jordania. Las revelaciones de Husein Karnil pusieron de relieve las limitaciones de Unscom ante el continuado engaño de Sadam.

Guiada por las indicaciones de Karnil, Unscom fue capaz de obligar a Irak a admitir que su investigación sobre el agente nervioso VX había sobrepasado el estadio de laboratorio y que se habían producido cantidades importantes para su uso, aunque se mantuvieron las discrepancias sobre la cantidad total producida. Según Sadam, dos toneladas; según los inspectores, una cifra que oscila entre las 20 y las 160 toneladas de toxinas.

Pero el nuevo y gran descubrimiento fue la constancia de que Sadam se había lanzado a la producción de armas biológicas, a pesar de haber ratificado la convención sobre armamento bacteriológico. La producción se había desarrollado en diversas instalaciones, de las cuales dos eran conocidas (Al Kindi y Salman Park), pero Kamil reveló una nueva (Al Hakarn). Allí Sadam había logrado obtener 20.000 litros de toxina botulínica; 8.500 de ántrax; 2.200 de aflatoxina; y una cantidad sin determinar de toxina de ricino. Unscom se encontró, además, con munición de 155 milímetros. Y cohetes de 122 milímetros armados con agentes biológicos, así como un ingenioso sistema de diseminación de esporas montado en un Mirage F-1. Irak, hasta la deserción de Kamil, había negado a la ONU en tres informes que hubiese avanzado en programas bacteriológicos. Ante la evidencia de Unscom en septiembre pasado acabó reconociendo lo evidente, pero asegura que destruyó unilateralmente todos los agentes fabricados, pero Unscom no ha podido obtener constancia de esto.

De hecho, el sentimiento imperante entre los inspectores es que Sadam se sigue guardando información y armas y que está dispuesto a reanudar su producción en cuanto le sea posible. Por eso, continuar con inspecciones intrusivas y permanentes es la única opción para evitar que Sadam vuelva a representar lo que siempre ha sido: una amenaza para sus vecinos (ocho años de guerra con Irán, invasión de Kuwait), para el pueblo iraquí (decenas de miles de muertos kurdos en el Norte y shiíes en el Sur), y para el mundo (transgresión del derecho internacional, inestabilidad y control del petróleo). Y por eso es importante que abra sus palacios e instalaciones siguiendo los dictados de la ONU y no sus tácticas de ocultación y engaño.

Sadam no necesita que nadie le demonice. Se basta él solo.

Rafael L. Bardají es asesor del ministro español de Defensa

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