Muere Ernst Jünger, testigo de acero del siglo XX
El pensador alemán, que luchó en las dos guerras mundiales, fallece unas semanas antes de cumplir 103 años
Escribió novelas, ensayos y tratados, pero sobre todo Ernst Jünger ha pasado a la historia de la literatura por sus diarios, obras que elevó a la categoría de género literario. El autor de Bajo las tempestades de acero (1920), relato de sus experiencias en la I Guerra Mundial, falleció ayer en su domicilio del pueblo de Wiflingen, en el land alemán de Baden-Württemberg, al suroeste de Alemania, donde residió sus últimos 50 años de vida. Su extensa obra recoge como pocas, a juicio de los críticos, las contradicciones, los horrores y las glorias del siglo XX. El fallecimiento de Ernst Jünger, nacido en la ciudad universitaria de Heidelberg en marzo de 1895, fue calificado ayer en Alemania como una gran pérdida para la literatura germana.
Tras combatir en la guerra de 1914, Jünger publicó algunos de sus ensayos más conocidos, como El trabajador y Las abejas de cristal. En vísperas de la II Guerra Mundial escribió En los acantilados de mármol,- un texto considerado crítico- hacia el régimen nazi que había llegado al poder en 1933. No obstante, Jünger se incorporó al Ejército alemán como oficial y formó parte de las tropas que ocuparon Francia, donde mantuvo contacto con intelectuales de dicho país.
Prohibido por los aliados
Después de la derrota del nazismo, los aliados prohibieron la publicación de las obras de Jünger hasta 1949, pese a que el pensador se había desmarcado en varias ocasiones de la barbarie del régimen de Hitler. Su posición frente al militarismo y la guerra fue evolucionando desde la comprensión o incluso, la glorificación, hacia "un asco ante los uniformes, las órdenes y las armas que antes tanto había amado", como manifestó en el año 1942.En todo caso, Jünger fue esencialmente un gran memorialista que nunca abandonó la escritura de sus diarios, con una penetrante observación de detalles siempre destacada por los especialistas en su obra. El escritor austríaco Botho Strauss llegó a decir que Jünger "descubría y nombraba secretos cada día". Muchos críticos han relacionado la capacidad del desaparecido pensador para captar detalles con su afición a la entomología. Ernst Jünger poseía una de las colecciones privadas de escarabajos más amplias del mundo.
En las últimas décadas el escritor alemán vivió relativamente retirado en Wiflingen,y su propia persona se convirtió en asunto de reflexión. Incluso Jünger utilizó su longevidad como tema literario. El día que cumplió 100 años el escritor apareció fotografiado en la prensa europea con un cigarro en la boca y una copa de vino en la mano. Brillante e incisiva, su obra ha inspirado debates y estudios en toda Europa.
Tanto el presidente de Alemania, Roman Herzog, como el canciller Helmut Kohl y el presidente del SPD, Oskar Lafontaine, enviaron ayer telegramas de condolencia a Liselotte, la viuda de Jünger. Kohl calificó a Jünger como "una de las más grandes personalidades literarias de este siglo". Los únicos que se han desmarcado en alguna ocasión de los elogios hacia el escritor han sido Los Verdes, que protestaron con vehemencia cuando Jünger recibió premios.
El intelectual alemán visitó por última vez España en julio de 1995 para asistir a su nombramiento como doctor honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid. Durante aquella visita asistió también a un curso sobre su obra, que se celebró en El Escorial, titulado La conciencia de un siglo y que fue coordinado por Andrés Sánchez Pascual, su traductor al castellano.
Durante una reunión con un grupo de periodistas, Jünger sorprendió por la agilidad de sus respuestas, lucidez y sentido del humor. Acababa de cumplir 100 años. En 1989 fue investido doctor honoris causa por la Universidad del País Vasco. La mayor parte de su obra se ha traducido al español.
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