Más de 300 artistas e intelectuales apoyan a Gloria Moure en Madrid
Los asistentes al acto denuncian a los políticos que "quieren manejar la cultura"
Parecía un acto reivindicativo de las fuerzas de la cultura al estilo de los que se celebraban en los setenta, cuando aún coleaba la dictadura franquista. Fue anoche, en una repleta sala Valle Inclán del Círculo de Bellas Artes, y el objeto era reivindicar a Gloria Moure, destituida por la Xunta de Galicia de su puesto de directora del Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC). El ataque a la Xunta fue general, y el aplauso a Gloria Moure también. Pero ella declaró que a partir de ahora se tiene que adaptar a la vida de una destituida. Más de 300 personas, entre ellas numerosos artistas y críticos de arte, arroparon a Moure.
La ex directora del CGAC se sentó entre el público para escuchar las diatribas que contra los políticos de la Xunta lanzaron artistas gallegos como Antón Lamazares, Alberto Datas y Xosé Freixanes. Con ellos estuvo también el decano de la Escuela de Arquitectura de Madrid, Ricardo Aroca, presidente del Club de Debates Urbanos. La intervención que más aplausos recibió fue la del profesor José Jiménez, miembro del patronato del CGAC que dimitió como consecuencia de la destitución de Gloria Moure, quien centró la cuestión: "Galicia ha mostrado en este caso el cainismo común e insoportable que se produce en la cultura española. Gloria Moure se había impuesto como un punto de referencia de una forma de entender el arte y la cultura; su destitución se produce por un problema político de fondo: los políticos quieren manejar la cultura, y ese proceso se agudiza en Galicia, donde se quiere crear un círculo clientelar que hace inviable un proyecto independiente como el que se proponía el CGAC".
El "filo de la navaja"
"Ante una situación que crece así", dijo desde el público el escritor gallego César Antonio Molina, director del Círculo de Bellas Artes, "los gallegos se tienen que manifestar para que la cultura no caiga allí tambien bajo la losa que ya están en trance de sufrir otras culturas". Fue recurrente el ejemplo madrileño, donde las violeteras y las cabras montesas constituyen ahora la definición estética de sus calles, del mismo modo que los gaiteiros se han confundido con la estética de Galicia. Levantó escalofríos lo que dijo el arquitecto Juan Miguel Hernández de León, que es presidente del propio Círculo de Bellas Artes: "Estamos en el filo de la navaja; éste es un conflicto que ha tomado formas anecdóticas, pero subyace un trasfondo que recuerda el que había detrás de las ideologías nacional socialistas".Las intervenciones de Lamazares y de Freixanes fueron proclamas públicas: Lamazares iba antes a la catedral de Santiago, que era el centro cultural que le inspiraba; desde hace tres años iba al CGAC. El artista se niega a pensar que lo que ha ocurrido ahora vaya a interrumpir definitivamente el momento espléndido que esta institución contribuyó a crear en la cultura gallega. "Galicia vive un momento espléndido, no pueden venir unos cretinos a joderlo", afirmó. Freixanes, contó el desarrollo de la crisis: "Una directora es destituida por los políticos que la nombraron (democráticamente, correcto), los artistas protestan (democráticamente correcto), la policía carga contra los artistas (democráticamente incorrecto), y los ventrílocuos del poder, como los llamó Manuel Rivas el último domingo en EL PAÍS, asumen plenamente su papel divulgando datos manipulados para demostrar que quienes protestan son estómagos agradecidos (democráticamente muy incorrecto)..."
Alberto Datas, profesor de la Escuela de Bellas Artes de Madrid y pintor, resumió así la historia: "El CGAC hizo dar un brinco impresionante a la cultura gallega; la puso en el mundo; éste no es un cese como otro cualquiera, sino un corte bestial aplicado por el político de turno. No se entiende que sólo hayan dimitido dos personas del patronato del CGAC y que el resto siga en su sitio. No lo entiendo". Pidió un aplauso para Gloria Moure y éste fue cerrado.
Babelia
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