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"El inglés nunca logrará arrinconar al español"

Miguel Ángel Villena

Discípulo de maestros como Ramón Menéndez Pidal y Américo Castro y, a la vez, referencia imprescindible para varias generaciones de lingüistas, los 90 años le han sorprendido a Rafael Lapesa trabajando, como siempre. "Siempre he tenido mucha curiosidad intelectual y nunca he considerado el trabajo como tal, sino más bien como un placer y una pasión", señala el más prestigioso historiador de la lengua española. Optimista sobre la salud y el futuro del idioma, Lapesa manifiesta que "el inglés nunca logrará arrinconar al españo".Vive desde hace medio siglo en una espaciosa y soleada casa de la residencia de profesores de la Universidad Complutense de Madrid. Atiborrado el piso de libros, Rafael Lapesa lamenta no poder subirse ya a las escaleras para ordenarlos, pero mantiene una vitalidad envidiable que le permite dedicarse a dos proyectos: la edición de una recopilación de artículos y una historia de la sintaxis española. "Es cierto que sigo siendo joven porque sigo siendo curioso", comenta Lapesa, entre sonrisas, mientras contesta resignado que sus días son cada vez menos normales. "Son anormales", añade, "porque estoy más preocupado por mis mareos que ocupado de mi trabajo". Pide disculpas este pulcro y educado profesor por recibir a los periodistas en batín, bajo el que asoma una bien anudada corbata.

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Un trotamundos curioso

Un idioma unido

Este catedrático de Historia de la Lengua Española, que vivió y dio clases en prestigiosas universidades de Estados Unidos, como Harvard, Yale o Princeton, contempla la expansión del español en la primera potencia del mundo como un signo evidente de pujanza del idioma. "Cada vez hay más hispanos que viven en Estados Unidos y una lengua tiene un valor psicológico sobre aquellos que la viven y la hablan. El español es la tercera lengua en influencia tras el inglés y el chino, y su futuro no está en absoluto amenazado. El inglés nunca logrará arrinconar al español. Además, pese a sus pequeñas y a veces no tan pequeñas diferencias dialectales, el español se ha mantenido unido en América y en Europa". La riqueza literaria y el hecho de que España llevara a América una cultura actual en aquella época del siglo XVI llevan a Lapesa a explicarse las razones por las que se impuso a las lenguas indígenes.Admite este miembro de la Academia Española de la Lengua que el español pueda escribirse y hablarse hoy peor que hace unas décadas, pero a renglón seguido precisa: "Ese diagnóstico podría aplicarse a cualquier lengua actual, como el inglés o el francés. Hay que considerar que las circunstancias provocan que la pureza de la lengua deje paso a las novedades formuladas por situaciones cambiantes, al tiempo que cada vez es mayor la influencia de lenguas cercanas". Tampoco ve especiales peligros Lapesa en la hegemonía que el inglés ha alcanzado en el campo de las nuevas tecnologías o de los medios de comunicación audiovisuales. "Claro que hay cambios", resume el académico y lingüista, "pero eso resulta inevitable. Ahora, las mayores influencias proceden, del inglés, como en el siglo XVIII venían del francés. Todos los idiomas se influyen y se contaminan unos a otros".

Pasión por enseñar

La inmensa mayoría de sus alumnos ha reconocido en Lapesa unas virtudes singulares para explicar una materia aparentemente tan árida como la evolución de una lengua. Asiente con la cabeza en gesto de agradecimiento y comenta: "Me gustaba enseñar. Sencillamente, me apasionaba encontrar explicaciones a los interrogantes que me planteaban los estudiantes. Un músico que goza tocando el violín o el piano, nunca considerará su tarea como un sacrificio. Yo he tenido esa sensación".¿Alguna receta para atraer la atención de los alumnos? "Ninguna en particular más allá de que yo intentaba que los estudiantes redactaran y leyeran mucho", afirma. "Eso sí, es fundamental corregir mucho, aunque se trate de un trabajo muy arduo para un profesor. Yo tuve la suerte de que mi mujer me ayudaba mucho a corregir". El profesor Lapesa corregía los ejercicios a sus alumnos personalmente porque de ese modo "podía tener con ellos el diálogo necesario que en una clase con más de cien alumnos resultaba imposible, simplemente porque no era un diálogo, sino una algarabía". Más de 20 años después de su jubilación, muchos estudiantes todavía recuerdan su gran capacidad para enseñar, para convertir en claro aquello que es difícil.

Ha sido Premio Nacional de Investigación en 1983 y Premio Príncipe de Asturias de las Letras tres años después; galardonado por muchas universidades y considerado unánimemente una autoridad en el estudio de la lengua española, la mirada de Rafael Lapesa se ilumina de verdad cuando recuerda: "Lo que más me impresionaba como profesor eran episodios como el de aquella ocasión en la que, tras leer unos versos de Rosalía de Castro, las chicas que integraban la clase se pusieron en pie por la pura emoción de las palabras de la poeta gallega. Siempre he observado que los chicos se interesan más por las razones del conocimiento, y las chicas, por la estética, por la belleza. De todos modos, yo cursé mis estudios secundarios y universitarios cuando en España ya funcionaba la coeducación y soy un decidido partidario de que hombres y mujeres seamos compañeros en todos los órdenes".

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