Los seis imprescindibles
Seis vinos del día, porque se encuentran en las tiendas o tienen fecha fija y cercana para su presentación. Seis vinos que no se regalan, pero que tampoco alborotan malamente los presupuestos de los interesados. Seis vinos que son de este mundo, pero que no son los de todas las mesas de a diario, ni de las de fiesta. Seis vinos tintos porque sí; luego llegarán otros, tintos también, y blancos tranquilos o espumosos, es decir, cavas; no citamos los rosados directamente, pero también están en la sala de espera.Cosme Palacio y Hermanos de 1995 es un vino riojano despampanante. Y lo es porque, como no se estilaba en otros tiempos en Rioja -y de ahí la gloriosa acidez de sus productos-, las barricas nuevas priman al envejecer este vino que, además sabe a juventud y es complejo. Cuesta una botella en la tienda 1.575 pesetas. El último invento de Alejandro Fernández -porque él inventa cada año- es el Pesquera de 1995; como siempre, hay que meterlo en la nariz, y basta, o casi: alguien ha dicho que "el vino es una nariz", y es cierto, aunque no baste por mor de las costumbres no siempre decentes. Por 2.190 pesetas se bebe uno de los vinos grandes de Ribera del Duero y de España.
Chivite Colección 125 del año 1994. El vino navarro se ha subido a la parra de la fama, y no sin razón. De este ejemplar resalta su limpidez, la complejidad de todos los vinos grandes en la nariz, y, naturalmente, es seco, como debe, pero más aún. Hay que desembolsar 2.900 pesetas. Y ahora un liviano esfuerzo de bolsillo, y sería desfachatez no prestarse al juego cuando en la tienda se atisba un Dominio de Valdepusa Syrha 1995: el cien por cien de la uva es syrha, una uva ancestral y olvidada que el enólogo francés Michelle Roland en Burdeos y Carlos Falcó en España han resucitado para el buen renombre y actualidad candente del vino; es uva francesa, sabia y sabrosa sin fin, que dejaron morir y que los australianos, cuando se echaron al negocio del vino, devolvieron a la agenda de los vinos más enormes. Precio: 3.350 pesetas.
Las Bodegas Torres hacen vino aquí y allá: quiere decirse en Cataluña y en Chile y en California. Los hacen todos, puede decirse, y siempre con un sello. El Gran Coronas del Penedés catalán del año 1992, al precio de 1.300 pesetas, es un modelo de vino equilibrado en la forma y en el fondo; como todos los vinos tintos, su rojez tiene características propias. En este caso el colorado es de cereza sana. Y como todo vino que se haga valer, se ofrece complejo al olfatearlo y seco al beberlo. Hay que tener una pizca de paciencia, pero no cabe la menor duda que vale la pena. El vino nombrado y ya afamado Alión, de los terruños de Ribera del Duero, no saldrá al escenario hasta dentro de mes y medio. Es el de la cosecha de 1994. La anterior ya se consumió por ser escasa y por ser de calidad superior. Se trata de un vino singular, bonito por su color y bonito también, o quizá bello, por sus atractivos en la nariz y en la boca y en el recuerdo, porque es un vino que se queda en la memoria. Y cuesta alrededor de 2.000 pesetas.
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