Jospin anuncia medidas para combatir la corrupción en las ex colonias francesas
El Gobierno francés inició ayer el desmantelamiento de la estructura administrativa creada en torno a sus antiguas colonias, una estructura opaca que, al abrigo de la razón de Estado y de los intereses de los grupos económicos, ha sostenido en el poder a no pocos dictadores africanos. Fiel a su compromiso electoral, el primer ministro, Lionel Jospin, anunció ayer la integración de la Secretaría de Estado de la Cooperación y su correspondiente presupuesto en el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Esto supone un cambio sustancial, ya que reduce notablemente la autonomía real de la estructura encargada de velar por el mantemiento de las áreas de influencia, por mucho que al secretario de Estado se le otorgue ahora el título de ministro delegado.Aunque la reforma es fruto del consenso con el presidente de la República, Jacques Chirac, que conserva su papel de interlocutor con los jefes de Gobierno de los países francófonos y su "célula africana" del Elíseo, la reforma emprendida tiene necesariamente que llevar la inquietud a no pocos altos funcionarios, dirigentes empresariales y mandatarios de los Estados con los que Francia mantiene -una relación privilegiada.
Lionel Jospin se apresuró ayer a indicar que no habrá una reducción de la ayuda al desarrollo africano, estimada actualmente en unos 27.000 millones de francos (875.000 millones de pesetas), pero acto seguido indicó que va a introducir una "dimensión moral" y que las ayudas "podrán ser modificadas en razón de criterios políticos y económicos".
Debido, en buena medida, a la imprescindible aquiescencia de la presidencia de la República, la reforma emprendida por Jospin es notablemente más limitada que la pretensión origial socialista de agrupar a todos los departamentos de coperación de los distintos ministerios en un único organismo, pero pocos dudan de que supone el principio de un cambio trascendental. Sin renunciar a los acuerdos bilaterales con los países de su influencia, el Ejército francés apuesta por reducir su presencia en África y por crear tropas autóctonas de interposición mientras acelera su imbricación a los marcos defensivos europeos e internacionales.
Creada por Charles De Gaulle como alternativa a la forzosa concesión de la independencia a esos países y mantenida por François Mitterrand, la estructura que en los medios administrativos franceses se ha dado en llamar desde hace 30 años les pays du champ (los países de nuestro bando), ha sido fuente inagotable de sobornos, corrupciones y operaciones oscuras. La empresa petrolera francesa Elf, cuyo presidente Loïk Le Floch-Pringent se encuentra en prisión por las irregularidades financieras de la compañía, encarna como ninguna otra el estilo y las formas de la presencia francesa en una buena parte de los países francófonos.
Los tentáculos de la poderosa petrolera francesa han estado íntimamente unidos a las antenas de los servicios secretos del exterior en la tarea de retirar los obstáculos que se oponen a los intereses económicos y al mantenimiento de la influencia política francesa.
En la petrolera Elf trabajaba Christine Deviers-Joncour, la amiga personal del antiguo ministro de Exteriores y actual presidente del Consejo Constitucional Roland Dumás, investigado por su papel en la autorización de la venta a Taiwan de seis fragatas construidas por la empresa Thomson, una operación a la que se oponían frontalmente las autoridades de Pekín. Tras la venta de las fragatas, operación bautizada en Elf con el nombre de Bravo, Thomson se negó a pagar comisión alguna, considerando que la red de intermediarios de Elf no había hecho valer su pretendida influencia ante las autoridades chinas. Sin embargo, Deviers-Joncour cobró aparentemente de esa compañía 60 millones de francos (1.500 millones de pesetas), y no 45 millones, como se suponía hasta ahora. Actualmente en prisión, la amiga del entonces ministro de Exteriores ha admitido que habló en varias ocasiones con Dumas de la necesidad de autorizar la venta de las fragatas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.