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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pluralismo y diálogo

LA MESA de Ajuria Enea celebró ayer la reunión número 33 desde su fundación, hace 10 años. Los, seis partidos representados en ese foro acordaron preparar propuestas concretas basadas en los artículos del pacto relativos a la búsqueda de una salida dialogada. Esas propuestas serán discutidas con el lehendakari, a fin de acercar posiciones con vistas a una nueva reunión.Ardanza, en su último año de mandato, tras 13 de permanencia en la presidencia, parece decidido a impulsar, desde una posición suprapartidista, nuevas y audaces iniciativas pacificadoras. El documento que presentó el pasado lunes con motivo del décimo aniversario del pacto, en el que se reafiman los principios fundacionales, podría favorecer ese impulso desde posiciones compartidas. Sin embargo, algunas polémicas recientes, incluyendo las suscitadas por el propio documento del lehendakari, invitan a un cierto escepticismo.

Ardanza afirmaba en su texto que el de ETA era un problema interno de la sociedad vasca, y no la expresión de un contencioso entre Euskal Herria y España, como se pretende desde el mundo radical (y a veces desde el nacionalismo democrático). Esa pretensión es desmentida por la constancia de que ETA y sus satélites asesinan, secuestran y atacan también a ciudadanos e instituciones vascos; pero es desmentida sobre todo por la evidencia del pluralismo vasco, que impide identificar el término Euskal Herria con una concreta ideología, y mucho menos con la de quienes proclaman estar en guerra con España. La afirmación de Ardanza era, así pues, el reconocimiento de algo que se venía reclamando especialmente por los sectores no nacionalistas, hartos de ese contencioso histórico que se esgrimía paja relativizar la condena de los crímenes de ETA.

Si ha prendido la polémica es porque se ha relacionado esa parte del discurso del lehendakari con otro en el que se aboga por no imponer por adelantado otros "límites a los resultados [del diálogo] que no sean el propio consenso de las voluntades plurales de la ciudadanía vasca". Desde luego, la frase es ambigua, aunque parece exagerado interpretarla como una declaración unilateral de soberanía, como se ha presentado en algún medio. Es sabido que Garaikoetxea, en particular, lleva años planteando que la llave de la pacificación es el compromiso de reconocimiento del "ámbito vasco de decisión". Sin embargo, ésa es una postura no necesariamente compartida por todos. Otros partidos sostienen legítimamente que hay cuestiones que deben decidirse en el ámbito vasco; otras, en el español, o en diálogo entre el poder central y el autonómico, etcétera. La referencia al pluralismo incluida en el texto del lehendakari parece querer indicar que ningún acuerdo resultante del diálogo podrá cuestionar el consenso existente entre los demócratas vascos, y que hoy por hoy se plasma políticamente en el Estatuto de Gernika. Eso es lo que ya se afirmaba en el texto fundacional de Ajuria Enea. Cualquier intento de cuestionarlo deberá demostrar capacidad para suscitar un acuerdo al menos equivalente.

Otra polémica ha sido la levantada por la noticia de que los partidos integrantes del Gobierno vasco (PNV-PSOE-EA) preparaban un documento sobre la pacíficación al margen del resto de los miembros de la Mesa. Si se trata de un planteamiento en términos de Gobierno-oposición, se está dinamitando la Mesa de Ajuria Enea. Ésta nació como un órgano de consenso de los demócratas, con independencia de la adscripción nacionalista o no, derechista o izquierdista, de gobierno o de oposición. Si de lo que se trata es de contraponer mayoría de gobierno a minoría, para eso ya existe el Parlamento. ¿No se tratará, entonces, de un intento sectario de aislar al PP? Si así fuera, el lehendakari tendrá que empezar por poner orden en casa.

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