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La clonación es el modelo

Dice VIadimir de Semir, un inteligente colega de La Vanguardia, que la diferencia entre los casos de clonación de la oveja Dolly y la oveja Polly salta a la vista al constatar que la primera noticia apareció en la revista científica Nature y la segunda en el Financial Times. Hasta Dolly, la invención no pasaba de ser un juego de maravillas; con Polly comenzaba, sin embargo, a inaugurarse un negocio colosal.La informática y la ingeniería genética constituyen las dos grandes revelaciones que el siglo XX deja en manos del tercer milenio. Casi todos los avances de la medicina a lo largo de esta centuria parecen cosa del pasado comparados con esta nueva revolución; como también casi la totalidad de la tecnológica parece hoy reasumida en la electrónica.

Notablemente, dentro de una y otra, lo clónico y lo digital, guardan una similitud profunda. Tanto parecido que uno y otro dan la impresión de haber sido concebidos por cerebros gemelos o nacidos de un sistema común. Tanto lo clónico como lo digital responden a una misma sintaxis de repetición binaria y a una semejanza asexual. Ambos sustituyen la copulación por la abstracción y el diálogo por el solipsismo.

Los seres que genera la clonación no proceden de un abrazo amoroso, ni surgen de la unión entre sistemas. El sistema clónico deja de ser dependiente de otro complementario y se realiza consigo, prácticamente a solas. O bien: todos los clónicos se multiplican en la órbita de un mismo clon. Igual que una casta que hubiera decidido encerrarse en su espacio hermafrodita. La informática, por su parte, sustituyendo el lenguaje analógico por el digital, actúa metafóricamente del mismo modo. No precisa polos de carga opuesta para crear la energía. El juego de bielas en la mecánica o el de los electroimanes en el magnetismo se sustituye por un parpadeo del que nace todo.

El mundo actual responde a este supremo modelo del clon. A la oposición dialéctica entre las dos potencias mundiales ha seguido un polo único del que se deduce hoy el resto del mundo. Los órdenes sociales, políticos y económicos de las naciones, confucianas o islámicas, se generan ahora por clonación del modelo norteamericano. El Instituto Roslin, en Edimburgo, y la empresa PPL Therapeutics, que han gobernado hasta ahora los ensayos de clonación con ovejas, son como el correlato del Fondo Monetario o del Banco Mundial tratando con los tigres clónicos del Pacífico. Crecieron de una célula neoliberal y enferman de la misma causa. Todas las aberraciones que puedan derivarse sobre la especie humana por razón de los clónicos ya se han mostrado en Indonesia, Malasia o Singapur sobradamente.

¿Solución? El mundo no conoce hoy otro remedio que el recurso a lo binario: se suben o bajan los tipos de interés, baja o sube el déficit, aumenta o disminuye la imposición.

La política ha quedado reducida a un hacer digital en olvido de cualquier proyecto alternativo. Así como la informática parece absorberlo todo, el modelo capitalista parece agotar cualquier opción. No se adivina otro patrón que éste ni otro crecimiento que no sea la reproducción mediante esporas de lo mismo. ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo?

Nadie, ni los más sabios, puede saberlo porque una de las constantes donde convergen las mayores invenciones de este siglo, físicas o ideológicas, es la indeterminación. Ni se conoce hasta dónde lleva el futuro de la electrónica ni se adivina en qué punto se detendrá la ingeniería genética. Pero, a la vez, ¿se conoce adónde conduce la ideología neoliberal, el crecimiento de los parados, las formidables moles especulativas que desvalijan la humanidad?

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