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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Mercados vulnerables

LAS TENSIONES en los mercados financieros mundiales reflejan las alteraciones que la crisis financiera de los países del Extremo Oriente provoca en todo el sistema. La Comisión de la UE trató ayer de restar importancia a las eventuales repercusiones sobre las economías europeas, pero las oscilaciones espasmódicas de las bolsas y la decisión del G-7 de reunirse en breve reflejan la inquietud existente. Ni las ayudas comprometidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) ni las reuniones de los principales bancos acreedores para renovar el endeudamiento a corto plazo han conseguido transmitir serenidad suficiente. Las dificultades de Indonesla para cuadrar un presupuesto sin déficit se unen a las de Japón y Corea del Sur para aplicar las recetas del FMI.

Es cierto que los problemas desencadenantes tienen poco que ver con la conducción de la política macroeconómica en esos países, saludada por el propio FMI has ta poco antes de que la crisis estallara. Más bien son consecuencia de ciertas singularidades institucionales de su capitalismo. En consecuencia, la percepción de que las terapias no tienen como objetivo fundamental las re formas del propio sistema, lejos de contribuir a -serenar los ánimos de la comunidad financiera, puede seguir generando efectos como los observados estos días.

La nueva información disponible acerca de la profundidad de los problemas financieros en esos países invalida gran parte de los tratamientos terapéuticos decididos en las primeras semanas y obliga a revisar los diagnósticos iniciales sobre el impacto que la crisis asiática puede tener en la economía mundial. Por de pronto, se han corregido a la baja las previsiones de crecimiento para 1998, particularmente en economías como la japonesa, que resultan fundamentales para superar los actuales problema. De ahí que algunos empiecen a anticipar el riesgo de un proceso deflacionista en el conjunto de la economía mundial, cuyas consecuencias son, hoy por hoy, imprevisibles.

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Uno de los efectos de la gripe asiática ha sido la huida de los inversores hacia activos financieros denominados en dólares, provocando la revalorización de la divisa norteamericana. La fortaleza del dólar puede favorecer las exportaciones europeas, pero ese efecto se verá, en parte contrarrestado por la reducción de la demanda de los países asiáticos. Iniciamos el año, en definitiva, con amenazas no inferiores a las que lo despedían, que, no sólo pueden mermar la prosperidad de la economía global, sino cuestionar seriamente los mecanismos de respuesta disponibles para hacer frente a fenómenos estrechamente asociados a la creciente globalización financiera. Derivar de ahí la necesidad de abortar el proceso de liberalización de los movimientos de capitales sería tan absurdo como creer que lo que está ocurriendo es una mera anomalía en un sistema que autocorrige sus fallos. Ahora es más necesario que nunca que el mundo se, dote de un esquema de supervisión global coherente con la complejidad del entramado de relaciones financieras que preside la economía mundial y que, sin menoscabo de la libertad en la circulación y asignación del ahorro, reduzca la vulnerabilidad hoy donminante.

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