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EL DESAFÍO DE LA AMPLIACIÓN

Francia desafía a España y Alemania por la factura de la ampliación de la UE al Este

Xavier Vidal-Folch

Francia lanzó ayer un desafío a España y Alemania, al reclamar "orientaciones financieras precisas" a la cumbre que los primeros ministros de la Unión Europea (UE) iniciarán el viernes en Luxemburgo. Por razones opuestas, Madrid y Bonn se niegan a discutir acerca de la factura de la ampliación de la UE al Este. Prefieren aplazar esta batalla, que se promete muy ardua, y decidir ahora sólo sobre el formato de la negociación con los candidatos.

El ministro francés de Exteriores, Hubert Vedrine, lanzó su apuesta antes de iniciarse el último Consejo de ministros previo a la cumbre que se celebrará en Luxemburgo. "No se puede avanzar entre la niebla, ni hablar seriamente de ampliación, sin discutir el paquete financiero", sostuvo, porque eso "confundiría" la factura de las admisiones con las necesidades financieras de los actuales Quince."No hablaremos del marco financiero en Luxemburgo", replicó el alemán Klaus Kinkel, porque esa cumbre "debe concentrase [sólo] en la ampliación", razonó. Tras Kinkel se alinearon, en alianza de intereses contradictorios, el secretario de Estado español, Ramón de Miguel (en representación del ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, que no acudió); y los ministros de Exteriores de Holanda, Hans Van Mierlo; Portugal, Jaime Gama, y Grecia, Theodoros Pangalos.

Francia reclama cuantificaciones en la línea de la Agenda 2.000 propuesta por la Comisión. Pide, sobre todo, que se ratifique el actual techo de recursos presupuestarios en el 1,27% del Producto Interior Bruto (PIB) comunitario también para el período 2000-2006. ¿Por qué? Porque la propuesta de la Comisión le beneficia: apenas afecta a la niña de sus ojos, la Política Agrícola Común; le restaría poco dinero del que recibe por los Fondos Estructurales y al no exigirse mayores contribuciones le evitaría incrementar mucho su aportación, incluso si Alemania presiona para disminuir la suya.

Pero la diplomacia francesa trataba de atraer el agua española a su molino con otros argumentos. Consideró que "nunca habrá unanimidad" para aumentar los recursos presupuestarios y que hay que preservar "al menos" el techo del 1,27%. Después de las elecciones de otoño en Alemania y la presidencia semestral de este país, Bonn tendrá la sartén por el mango para reducir su aportación y ésta es una "ocasión única" de cara a condicionar su mandato, razonaba.

Alemania y Holanda se oponían a Francia por parecidas razones: quieren acotar el presupuesto -y si es posible reducir la política estructural o de solidaridad, que supone el 0,46% del PIB europeo y que tanto beneficia a España-, pero prefieren evitar que este asunto "distorsione" sus inminentes elecciones.

España y otros países de la cohesión (Portugal y Grecia) también se opusieron, por razones inversas. Con los recursos previstos por la Comisión -el techo máximo del 1,27% del PIB- será imposible mantener la política de solidaridad interna y pagar al mismo tiempo la factura de la ampliación. Argumentaron que el debate no estaba "maduro" y que las decisiones deben tomarse una después de otra, tal como se acordó en la cumbre de Madrid al fijar el calendario de los próximos años: ahora, la decisión global de ampliar; en mayo, la criba de los países admitidos a la moneda única; después, el debate financiero.

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"Orientación dominante"

Si la factura de la ampliación planea desde ayer más que nunca sobre la cumbre de Luxemburgo -se ignora aún si como grave nubarrón o como calentamiento dialéctico-, se ha ido despejando ya el formato de las negociaciones. "Hemos llegado ya a una orientación dominante", resumió el presidente de turno, el luxemburgués Jacques Poos. Esta incluye los siguientes principios. Se considerará que el proceso de ampliación beneficia a todos los candidatos del Este (once, incluido el sureño Chipre), pero las verdaderas negociaciones empezarán sólo con los cinco más adelantados (polacos, checos, húngaros, estonios y eslovenos, además de los chipriotas), a partir del próximo 31 de marzo. Los de la segunda velocidad (Lituania, Letonia, Rumania, Bulgaria y Eslovaquia) podrán, si acreditan progresos de adaptación, "reengancharse" a los del primer grupo.Pero este esquema no venció las resistencias. Disgusta a quienes, como Austria y España, defendían una "salida en regata", negociaciones simultáneas con todos los candidatos. Suecia aún mantiene firmemente esa idea, mientras que España se mostró dispuesta a "hacer un esfuerzo de compromiso", dijo De Miguel. Pretende evitar que sus objeciones se identifiquen con una voluntad de obstruir la ampliación.

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