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CONVENCIÓN SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO

Los riesgos del plomo en el asfalto

El cambio climático y la contaminación urbana son fenómenos distintos, aunque con puntos de intersección. El cambio climático está provocado aparte de los ciclos naturales del clima y de influencias ajenas al ser humano, como pueden ser los ciclos del sol, por el CO2, esencialmente. Y en absoluto es un gas venenoso, de ésos que convierten en irrespirables las grandes urbes; de hecho, es uno de los protagonistas de la función clorofílica de los vegetales. Este fenómeno puede acarrear efectos planetarios muy graves a largo plazo, al provocar cambios a gran escala en los ecosistemas.El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) insiste mucho en que en las dos últimas décadas el tráfico ha sustituido a las calefacciones y fábricas como el primer foco de contaminación en las grandes ciudades. El automóvil como gran responsable. Según datos de este instituto, dependiente del Ministerio de Industria y Energía, el tráfico provoca en España la tercera parte de la emisión total de CO2 (o sea, cambio climático), el 80% del monóxido de carbono (tóxico), casi la mitad de los hidrocarburos (cancerígenos), la mitad de los óxidos de nitrógeno (que provocan ozono), el 70% del plomo y otros metales pesados y el 6% de los óxidos de azufre (causantes de lluvia ácida).

En el maremágnum de la contaminación urbana, los ingredientes más preocupantes son los metales pesados (como el plomo de la gaIsolina), que provocan alteraciones en. los sistemas nervioso, cerebral y sanguíneo, y el ozono. La contaminación por ozono es de tipo fotoquímico y sus efectos aumentan en verano. Provoca desde lasitud y dolores de cabeza y pecho hasta inflamaciones pulmonares e irritaciones de las vías respiratorias e influye muy negativamente en el asma.

Francisco Vargas, subdirector general de Sanidad Ambiental, destaca que el efecto más demostrado del aire contaminado sobre la salud es el agravamiento de las enfermedades crónicas respiratorias. El peor funcionamiento del sistema respiratorio repercute en el órgano vital por excelencia, el corazón, que debe trabajar más para airear la sangre.

Sobre ésta relación contaminación-salud hay muchos estudios. Pero los más dramáticamente espectaculares, el APHEA, que analizó 15 ciudades europeas con 25 millones de habitantes, y otro en EE UU realizado por la Escuela de Salud Pública de Harvard, señalan que vivir en ciudades contaminadas aumenta hasta en un 20% el riesgo de muerte prematura. Dentro del APHEA, se ha visto que en Barcelona la mortalidad general sube un 15% en invierno cuando el dióxido de azufre toca su máximo nivel; entre los ancianos, se eleva un 17%.

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