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Se buscan historiadores

Los militantes y votantes del PNV cada vez tienen menos que ver, psicológica y socialmente, con los de HB. Los ataques a sus sedes y negocios particulares han acentuado la distancia. Y sin embargo, los dirigentes del PNV dan a veces la impresión de actuar como si fueran los abogados de HB. No como aliados políticos o amigos, pero sí con la ambigua relación del abogado con un defendido al que sabe culpable.Ello tiene que ver seguramente con el temor del nacionalismo democrático a romper con los aspectos más cortantes del nacionalismo primitivo, que hoy encarna con más propiedad el mundo radical. Toda ideología en crisis tiende a afirmarse por sus extremos: resaltando la continuidad con lo que un día fueron sus principios más afilados y que el tiempo ha ido redondeando. Desde hace años, el PNV busca su diferenciación con el poder central en tomo a temas que tienen más que ver con el imaginario de HB que con el suyo propio: presos, autodeterminación, negociación política. Ahora, también, sentencia contra la Mesa Nacional.

La ambigüedad del PNV deriva sobre todo del difícil equilibrio entre una política pragmática y el mantenimiento del dogma primitivo. En su discurso ante la tumba de Sabino Arana, en Sukarrieta, Xabier Arzalluz invocó el sábado pasado el "pragmatismo político" del fundador como aval para su propia política de colaboración-enfrentamiento con el PP (Cascos, excelente; Mayor Oreja, enemigo secular). Hablar de pragmatismo a propósito de Arana puede resultar sorprendente para quien conozca su tremendismo doctrinal, pero no es del todo infundado. Aunque nunca renegó de lo esencial de sus concepciones ideológicas, a partir de su elección como diputado provincial, en 1898, Arana desplegó una política posibilista: nada más ser elegido presentó una moderadísima moción proponiendo la creación de un "Consejo Regional" integrado por las "cuatro regiones vascas que obedecen a S. M. el Rey de España (QDG)" para la defensa de sus intereses comunes: una especie de mancomunidad. Los sucesores de Arana han seguido en la práctica una política gradualista, autonomista; pero nunca han revisado los dogmas fundacionales, incluidos aquellos que resultan insostenibles hoy: el racismo antiespañol, la interpretación de la historia vasca como secular resistencia a la dominación hispana, la identificación de los fueros con soberanía, etc.

En plena polémica sobre la enseñanza de la Historia ha pasado inadvertida la noticia de que "el PNV ha encargado a cuatro profesores universitarios afincados en Euskadi la elaboración de una historia del nacionalismo vasco desde sus orígenes hasta la transición" (El Correo, 19-10-97). La iniciativa puede considerarse un reconocimiento implícito de la penuria del PNV en el terreno de la investigación histórica y elaboración teórica. Los más importantes estudios sobre nacionalismo vasco publicados en los últimos 25 años han sido obra de autores no nacionalistas y, en general, muy críticos con la historiografía aranista y los mitos de ella derivados. Esa penuria tiene que ver seguramente con el temor a que sin el andamiaje mítico el edificio se derrumbe. Por eso, como ha escrito Jon Juaristi (El bucle melancólico. Espasa. 1997), "hace ya mucho tiempo que el PNV abandonó la elaboración simbólica en manos de la izquierda abertzale".

Reafirmación en sus márgenes, pues. Pero para ser justos hay que reconocer que la resistencia del nacionalismo a revisar el dogma aranista se ve favorecida por la actitud de algunos legitimadores exteriores: los juristas que elaboran dictámenes para justificar las pretensiones más extremas; los políticos equidistantes que aseguran que el peligro está en el nacionalismo español. Y las almas cándidas: el año pasado, una editorial se vio obligada a retirar un libro de tercer curso de la ESO porque en él se hablaba del "tono racista" de la doctrina de Arana. Los denunciantes consideraron que el texto resultaba "ofensivo y peligroso", dado que iba dirigido a niños. Argumento especialmente desconcertante teniendo en cuenta quién lo formulaba: la Asamblea Civil por Andalucía. ¿Tendrán idea sus miembros de las cosas que Arana dejó escritas sobre los andaluces y los demás españoles?

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