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Daniel J. GoIdhagen responsabiliza a los alemanes comunes del exterminio de judíos

El autor de 'Los verdugos voluntarios de Hitler' busca una nueva perspectiva histórica

Daniel Jonah Goldhagen, de 38 años, ha saltado de los claustros académicos a la atención mundial con la publicación de su tesis doctoral, titulada de modo rotundo Los verdugos voluntarios de Hitler. Los alemanes corrientes y el Holocausto (Taurus). En este voluminoso trabajo, Goldhagen responsabiliza a por lo menos 100.000 alemanes civiles de colaborar activamente con el exterminio judío, con un celo antisemita tal que los llevó incluso a proseguir con sus ejecuciones desoyendo las órdenes nazis de parar la matanza. "La distinción ente nazis y alemanes en ese periodo no existe" afirma tajante.

Según Goldhagen, hubo miles de decisiones individuales de colaborar en el plan de exterminar a los judíos en Alemania. La coyuntura de un Gobierno nazi y un líder obsesionado con la amenaza judía, como Hitler, sólo contribuyeron a dar carta blanca a un pueblo que ya era profundamente antisemita antes del ascenso del nacionalsocialismo.De no haber sido así, la orden de Hitler no habría sido asumida con tanta, naturalidad. La Noche de los cristales abrió la veda a una cacería humana, de la que Goldhagen ofrece multitud de detalles escalofriantes. "Lo que yo trato de demostrar en este libro es que la actitud brutal de los alemanes, y no sólo el asesinato sino la tortura, el acoso y hasta las celebraciones que hacían tras las matanzas de judíos, fueron realizados con la total convicción de hacer lo correcto", afirma.

El autor llama perpetradores a estos ejecutores voluntarios y hasta entusiastas. "Los perpetradores trataron de forma sistemáticamente distinta a los prisioneros. Entre todos, los judíos fueron los peor tratados. Insisto en que no fueron sólo las circunstancias las que los obligaron a actuar así, si o una íntima convicción. La explicación que daba uno de ellos era la siguiente: 'No considerábamos a los judíos como seres humanos'. Eso resulta bastante revelador".

Temores imaginarios

El impulso eliminador caló en los alemanes, según el libro, pese a que no había fundamentos, objetivos para ese odio. "Lo incomprensible en el caso alemán, que trató a los judíos como a mortales enemigos, es que se basaban en temores imaginarios. Los judíos no tenían ejército. Entre los americanos y japoneses hubo también una demonización, pero había una guerra entre ellos. Sin embargo, los judíos no tenían armas, la mayoría de los judíos alemanes eran grandes patriotas y los judíos del Este eran incluso germanófilos (idealizaban a los alemanes). No hay otra explicación para ese odio visceral que su antisemitismo irracional. Esto diferencia el Holocausto de otros casos de genocidio", continúa.Los ejemplos documentados que ofrece Goldhagen son verdaderamente aterradores. Los llamados batallones policiales obligaban a menudo a las víctimas a cavar sus propias fosas; se hacían fotos de recuerdo, sonrientes ante los cadáveres y celebraban fiestas después de las matanzas más sonadas; las marchas de la muerte en los últimos días de la guerra acabaron con muchos supervivientes de los campos de exterminio, aun en contra de las órdenes. Y todo esto, realizado por gente que, según Goldhagen, era tan normal y corriente que tras la guerra desapareció en el anonimato de la normalidad.

Sin embargo, una de las críticas que se hacen a Goldhagen es la de "demonizar" en su libro a los alemanes, donde prácticamente no se menciona a los que sí se manifestaron contra el exterminio de judíos. "No demonizo a los alemanes en mi libro, lo niego rotundamente", dice. "Lo único que hago es decir que ellos tenían ciertas ideas que los llevaron a actuar de la manera en que he dicho. Muchos tenían odios, prejuicios y eso se daba en otros sitios también. No encuentro criticable a alguien que sólo pretende contar cosas que estaban mal. Decir que los alemanes en la década de 1940 eran en su mayoría antisemitas y apoyaron una política antisemita es tan correcto como decir que la mayor parte de los alemanes de hoy son auténticos demócratas.

Lo importante es hacer una generalización correcta". Daniel Jonah Goldhagen es profesor ayudante de estudios gubernamentales y sociales en la Universidad de Harvard. Es hijo de Erich Goldhagen, un sobreviviente del gueto rumano judío de Czernowitz (hoy Ucrania), y jubilado en Harvard, donde dictó un curso sobre el Holocausto durante 25 años. El autor de Los verdugos voluntarios de Hitler ha recibido muchas críticas, pero se muestra seguro de sí mismo. "He ido a fuentes documentales que prueban lo que digo. Ninguno de mis críticos conoce este tema como yo, porque hasta ahora no se había estudiado en profundidad".

El punto de vista que aporta Goldhagen con este estudio es uno de los aspectos más relevantes del libro. Con él ha puesto en entredicho casi medio siglo de estudios históricos sobre el Holocausto, centrando la atención en los que él ve como verdaderos ejecutores. "Cuando empecé a mediados de los ochenta a investigar a los asesinos, no había nada escrito sobre eso", comenta.

"Todos los estudios mantenían que los civiles no hacían eso voluntariamente. Después de la guerra se concibió el nazismo como un régimen totalitario fundado en el terror de los ciudadanos. No fue así. Eso es más un mito que una realidad. Los alemanes no estaban aterrorizados y podían actuar y manifestarse en contra de la política contra los judíos, pero muy pocos lo hicieron".

El tácito pacto de silencio que hubo entre los perpetradores alemanes parece haber sido tan cerrado que sólo ahora se empieza a hablar de ello. "Hace un mes publicamos un libro con una amplia selección de cartas que recibí a raíz del libro. Están representados todos los puntos de vista, de alemanes, judíos, de otros países, jóvenes, viejos, de todo. Muchos de los alemanes hablan del total silencio que hubo respecto a esto en la posguerra, y cómo este libro ha quebrado el silencio".

Fue una especie de secreto de familia que abarcaba toda una nación. "En Alemania se decía simplemente "no sabe, no contesta", explica Goldhagen. "Tras los debates sobre mi libro la cadena ZDF de televisión hizo una encuesta, como la que se había realizado muchas veces antes, preguntando a los supervivientes de esa época si sabían de la existencia de los campos de exterminio durante la guerra. Un 27% contestó que sí. Teniendo en cuenta que hasta ahora había un silencio total al respecto, creo que ha llegado el momento de hablar".

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