El mecenazgo
La visión clásica del liderazgo de los EE UU en investigación básica y Japón en la copia y mejora de tecnología pronto dejará de ser una realidad. Japón ha decidido apostar por abandonar su posición de nación con tradición de "copiar y mejorar" para convertirse en una nación "creadora" y asegurarse su futuro económico y la competitividad de su industria. La inyección de 155.000 millones de dólares en los próximos cinco años dedicados fundamentalmente a ciencia básica y tecnología coloca a Japón en una posición tal que pronto su inversión en investigación en términos absolutos excederá a la de EE UU.A la vez que Japón incrementa sus esfuerzos en investigación, que EE UU y los demás países desarrollados no están dispuestos a perder la supremacía que esa investigación les otorga, parece relevante preguntarse cuál va a ser la posición de España en un momento tan crítico como el actual. La ciencia en España padece una serie de males crónicos que son el resultado, entre otros factores, de las ya demasiado largas restricciones presupuestarias. Restricciones que se traducen en una incapacidad para participar en el liderazgo científico, para participar adecuada y competitivamente en proyectos internacionales y para reclutar para la ciencia a nuestros más brillantes estudiantes que constituyen la pieza fundamental de nuestro futuro. La inversión en investigación y desarrollo no es un objetivo con beneficios a corto plazo, pero, sin embargo, constituye la mejor garantía de nuestro futuro. No fomentar la investigación compromete nuestro futuro tecnológico y económico y pone en peligro nuestra existencia como país dueño de su futuro.
Varias son las medidas que nuestros líderes políticos pueden tomar para promover y fomentar la investigación en nuestro país. Incrementar el porcentaje de nuestro PIB dedicado a tal, fin parece tan obvio que ni siquiera vale la pena mencionarlo. El casi tercermundista 0,85% que actualmente dedicamos a este fin suena irrisorio cuando se compara al 3,4% que dedica EE UU o al 2,8% que dedican Francia o Alemania. Me gustaría incidir sobre una medida en la que en España todavía nos queda mucho por andar, fomentar la contribución del mecenazgo a la investigación. Resulta difícil entender el enorme beneficio social aportado por la investigación en biomedicina sin la contribución de fundaciones como The Carnegie Coorporation, The Rockefeller Foundation y la Howard Hughes en EE UU o la WeIlcome Foundation Trust en el Reino UnidoEn EE UU, en el periodo de 1840 a 1940, las fundaciones privadas contribuyeron con el 27% de los fondos dedicados a la investigación en salud, porcentaje que disminuyó después de la Segunda Guerra Mundial por la extraordinaria aportación de fondos públicos. Basada en la acumulación de riqueza reciente, se cifra en 50.000 millones de dólares anuales la posible contribución universal del mecenazgo al fomento del bienestar social. La contribución de las fundaciones a la ciencia requiere la decisión y el compromiso firme para apoyar la investigación. También necesitan un marco jurídico apropiado que las permita operar con absoluta transparencia fiscal, obtener las máximas exenciones tributarías que rentabilicen social y económicamente su contribución al progreso científico y tecnológico.
Corresponde al poder ejecutivo el desarrollar el marco jurídico apropiado para que haga atractiva la oferta investigadora a las fundaciones o demás organizaciones filantrópicas. La competitividad que la comunidad científica española ha adquirido en los últimos años, contrastada por multitud de parámetros, garantiza el éxito de esta inversión. El día que en España la contribución del mecenazgo al desarrollo científico y tecnológico sea significativa, abriremos una nueva senda por la que caminar para formar parte del selecto club de los países dueños de su propio futuro.
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