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Tribuna:GASTO FARMACÉUTICO
Tribuna
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'Medicamentazo' o 'copago': un falso dilema

El Gobierno del PP ha propuesto la exclusión de 500 medicamentos de la financiación de la Seguridad Social como fórmula de ahorro de 60.000 millones de pesetas de gasto farmacéutico para financiar la sanidad. El presidente del Gobierno, ante el alud de protestas que ha levantado esta propuesta, ha sentenciado que la única alternativa al medicamentazo es cobrar a los pensionistas. Se trata de un falso dilema. Vamos a verlo.Efectivamente el gasto farmacéutico español es excesivo no responde exclusivamente a criterios sanitarios, es muy superior al del resto de los países europeos y, en última instancia, puede contribuir a poner en peligro la propia equidad del sistema sanitario. Reducir el actual gasto farmacéutico debería ser, pues, una tarea importante para cualquier Gobierno y un objetivo prioritario para todos aquellos sectores sociales y políticos que defienden la mejora del actual sistema sanitario público como instrumento fundamental de bienestar social, de equidad y de redistribución de riqueza.Decir que el gasto farmacéutico español es excesivo es, constatar, que mientras que en los países de la Unión Europea de cada 100 pesetas de gasto sanitario se destinan nueve a gasto farmacéutico en España se destinan 22, es decir, más del doble. En 1995, por ejemplo, el coste farmacéutico de la Seguridad Social superó los 700.000 millones pesetas, con un crecimiento anual del 13%.

Llegados a este punto una pregunta surge con fuerza: ¿cuáles son las causas que motivan el excesivo gasto farmacéutico español? Ciertamente son diversas, pero la más importante es, sin duda, la multiplicación de nuevas marcas comerciales sobre un mismo principio activo y su introducción en el sistema de financiación pública.

Es decir, por un lado, la industria farmacéutica se ha orientado a comercializar prioritariamente nuevos productos mucho más caros que, en la mayoría de los casos, no mejoran el nivel de eficacia farmacológica, en perjuicio de productos mucho más baratos de eficacia contrastada. Por otro lado, la Administración ha permitido la inclusión de estos nuevos medicamentos en los sistemas de financiación de la Seguridad Social.

Dicho de otro modo, ni el anterior Gobierno socialista ni el actual Gobierno del PP, han tomado medidas para modificar la financiación de los medicamentos a cargo de la Seguridad Social y no es demagógico afirmar, que el gasto farmacéutico viene, en gran medida, condicionado por determinados intereses de los laboratorios farmacéuticos que no han encontrado contención por parte de la Administración como defensora de los intereses generales.

Desde este perspectiva, ni el medicamentazo, ni el copago a los pensionistas hacen frente al problema de fondo. El copago, porque no significa disminuir el gasto farmacéutico, sino simplemente que una parte de este gasto corra a cargo de los pensionistas. El medicamentazo, porque en la práctica va a significar la sustitución de los productos retirados por otros más caros con el consiguiente aumento del gasto.

¿Son posibles otras medidas? Sí. ¿Se aplican en otros países? Sí.

Prácticamente en todos los países de la Unión Europea se han tomado decisiones para controlar el gasto farmacéutico sin que esto suponga una disminución de la calidad de la asistencia. Fundamentalmente giran alrededor de dos sistemas: "las listas positivas" y "el precio de referencia".

Las listas positivas (establecidas en Francia, Italia o Australia) consisten en establecer una relación, una lista, de los medicamentos que pueden ser prescritos desde el sistema público. Se trata de una lista reducida, confeccionada a partir de la experiencia clínica, del contraste de la eficacia del medicamento y evidentemente de su relación beneficio/coste. Italia ha desarrollado un sistema que, aunque un poco más complejo, ha significado no sólo disminuir el gasto farmacéutico de 15 billones de liras a 11,5 billones de liras entre 1993 y 1994, sino reducir la aportación directa de las personas usuarias y mejorar la eficacia de los medicamentos prescritos.

Otro método de contener el gasto es el precio de referencia (Suecia, Alemania, Holanda): consiste en fijar un precio máximo para cada grupo de medicamentos. Se puede fijar el precio del medicamento genérico más bajo, la media de un determinado grupo de medicamentos o cualquier otro que se estime oportuno. Si el usuario desea un medicamento similar, pero más caro, ha de abonar la diferencia. Este sistema, evidentemente, frena el crecimiento del precio de los medicamentos y asegura una buena relación eficacia/precio.

Ciertamente contener el gasto farmacéutico significa, además, desarrollar una serie de políticas: reforma de la atención primaria, la generalización de la utilización de los genéricos, modificar programas de formación de los médicos, cambiar la cultura del medicamento existente en España, etcétera, pero, en cualquier caso, se trata de afrontar, de forma urgente, la principal causa del crecimiento desmesurado del gasto farmacéutico.

Lo que importa destacar en contraposición al falso dilema que plantea el presidente del Gobierno: medicamentazo o copago, es la existencia de alternativas reales de contención y reducción del gastó farmacéutico que no significan disminución de la calidad de las prestaciones ni aumento de la aportación económica de las personas. Sistemas que funcionan de forma eficiente en muchos otros países. Sólo se requiere la voluntad política de poner límites a aquellos intereses de la industria farmacéutica que colisionan con los intereses generales de la población y, concretamente, con la necesaria mejora del sistema sanitario público. Ese es, y no otro, el verdadero dilema al que el Gobierno del PP y sus aliados deben responder.

Joan Saura i Laporta es diputado al Congreso por IC-Els Verds. Vicepresidente de Iniciativa per Catalunya.

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