¿Cuál es el pacto?
"Siempre quedan detalles que no se hacen públicos", reconoció ayer Serguéi Yastrzhembski, el portavoz del presidene Boris Yeltsin. Se refería, por supuesto, a las conversaciones mantenidas en los últimos días entre Moscú Bagdad. Para que Sadam le hiciera caso, Yeltsin tuvo que, en expresión de los rusos, hacerle ver "que hay luz al final del túnel".
La promesa de trabajar por suavizar el embargo por supuesto que es importante, pero para su levantamiento definitivo la comisión especial de desarme de la ONU (UNSCOM) tiene que dar por concluido satisfactoriamente su trabajo.
Y aquí es, donde reside el principal problema, ya que la impresión que tiene Bagdad -compartida en parte por los rusos y probablemente por los franceses- es que la UNSCOM llevaba las de convertirse en una institución permanente y, por lo tanto, en un eterno instrumento de presión sobre Irak. Por eso los rusos han prometido que lucharán para que la UNSCOM vaya "cerrando los problemas".
Rusia presentará próximante en el Consejo de Seguridad proposiciones concretas para suavizar las sanciones contra Irak, señaló Yastrzhembski.
Por su parte, Clinton y Albright pusieron ayer el acento en que que el ministro de Exteriores ruso, Yevgueni Primakov, les aseguró en Ginebra que la aceptación iraquí del regreso de los inspectores es "incondicional", tal como exigía el Consejo de Seguridad de la ONU. Otras fuentes de la Casa Blanca y el Departamento de Estado no rechazaron la posibilidad de que quizá Primakov le haya prometido a Irak que, una vez readmitidos sin condiciones los inspectores, Rusia hará campaña para que se escuchen las quejas del país árabe.
Washington rechazó como "fantasías" la versión difundida en Bagdad según la cual se equilibrará la nacionalidad de los inspectores, se vedará su acceso a determinados lugares y terminarán los vuelos de los aviones espías norteamericanos U-2.
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