Un loco entrañable
Por muy detenidamente que se repase la escena de la música popular no surge ningún nombre comparable a Georgie Fame. A sus 57 años, el británico sigue tomándose su profesión con absoluta jovialidad y campechanía. Tiene currículo sobrado pero prefiere adoptar la actitud del antidivo y disfrutar a fondo su simpático anarquismo musical. Pertenece a una generación de gloriosos eclécticos, divididos entre el -blues, el rock y el jazz. Puede que tenga poquita voz, pero la utiliza con gracia irresistible y total naturalidad, y toca los teclados con un candor de eterno aprendiz.Luego resulta que Fame es lo más profesional del mundo. Hubo que alquilarle uno de los dos únicos modelos que existen en España del B3 de órgano Hammond, legendario mamotreto que funciona a válvulas y que para muchos todavía tiene el timbre más fino y sabroso del mercado. Desde ese teclado histórico también puso en su voz la divertida dejadez de quien sabe que no es negro y que nunca podrá cantar el blues como ellos. Con todo, su desmañado estilo vocal resultó siempre deliciosamente armonioso y atractivo.
Georgie Fame and The Blue Flames
Georgie Fame (órgano y voz), Alan Skidmore (saxo tenor), Anthony Kerr (vibráfono), Tristan Powell (guitarra), Geoff Gascoyne (bajo eléctrico) y Nigel Williams (batería). Sala Caracol. Madrid, 16 de noviembre.
Se trajo una banda estupenda encabezada por Alan Skidmore. El saxofonista hizo casi todos los solos de interés, aunque también el guitarrista Tristan Powell, hijo de Fame, demostró suscribir las ideas de su padre. Sonny Rollins, John Coltrane y John Lee Hooker fueron algunos de los nombres que Fame pronunció intercalados en un repertorio variado y amigable compuesto por piezas propias y ajenas. Fame también tuvo el detalle de citar a Tete Montoliu en una noche lúdica, desmitificadora y hasta felizmente surrealista.
Babelia
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