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La ciudad busca sus raíces en la tradición

Pilar Bonet

Las raíces que Berlín busca en el pasado son anteriores a Hitler, y van desde el siglo XIX hasta los años veinte. A la plaza de París volverán las embajadas del Reino Unido, Francia y Estados Unidos. Todos los edificios tendrán que atenerse a normas muy estrictas, marcadas por unas directrices tradicionales que huyen de lo experimental. El tono lo da la puerta de Brandeburgo, y sólo uno de los edificios de sus inmediaciones ha sido autorizado a tener fachada de cristal. Los demás la tendrán de piedra.

El primer edificio del nuevo Berlín se inauguró a finales del pasado mes de octubre. Se trata de un edificio de 22 pisos, diseñado por Renzo Piano y ubicado en la plaza de Postdam, corazón de la capital alemana a principios de siglo y zona fronteriza durante la guerra fría.

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El presidente de Alemania, Roman Herzog, reside en el castillo Bellevue, que ha sido completado con un nuevo edificio. El canciller Helmut Y Kohl, sin embargo, sigue en Bonn, aunque dispone de dependencias provisionales en el antiguo edificio del Consejo de Estado de la RDA, un local decorado con grandes murales de inspiración proletaria, obreros del sector químico y palomas de la paz. La alfombra roja que Eric Honecker pisaba en ocasiones solemnes cuando venía por aquí aparecía esta semana cuidadosamente enrollada en un rincón, a punto para ser retirada.

Empleados clandestinos

El gran socavón que es hoy el futuro barrio del Gobierno da trabajo a centenares de empresas y a numerosos emigrantes clandestinos. La inspección de trabajo de la región tiene una brigada de 150 personas que organizan redadas sistemáticas en las obras. Polacos, rumanos, ucranios y rusos sin permiso laboral cavan en estos terrenos cargados de historia y también de municiones varias hasta una profundidad de 13 y 14 metros.A pesar de los costes suplementarios que supondrá financiar la instalación provisional de los parlamentarios hasta que se acaben sus despachos definitivos, el ministro de la Construcción, Klaus Tüpfer, ha dicho que el traslado de Bonn a Berlín será más barato de. lo previsto y, en lugar de 20.000 millones de marcos, costará 18.500 millones (más de un billón y medio de pesetas).

Tras la caída del muro, construir sedes en Berlín Este fue una necesidad simbólica para muchas empresas. Las inversiones en esta zona no parecen muy rentables a juzgar por el aspecto desolado de la Friedrichstrasse en horas punta. A mediodía, los prestigiosos almacenes franceses de esta avenida están casi desiertos y los restaurantes parecen sacados de una maqueta inanimada.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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