Polémicas
La reconstrucción del castillo de los Hohenzollern, una muestra de la arquitectura prusiana desde el siglo XV, que fue demolido en 1951, protagoniza una de las polémicas más enconadas en Berlín hoy. En 1998 se convocará un concurso para decidir sobre el futuro del castillo. Algunos creen que su reconstrucción es necesaria para dar a la ciudad un centro de referencia que permita integrar todas sus partes en una unidad. Otros lo consideran un despilfarro carente de sentido.
Más inminente es el problema planteado por el Palacio de la República, que será objeto de una limpieza para eliminar el asbesto que impregna su estructura. Aislado por una verja, este enorme local de color cobre, donde los ciudadanos de la RDA celebraban fiestas y bodas, tiene hoy un aspecto fantasmal: los escudos están desmantelados; las fachadas, llenas de pintadas, y los hierbajos crecen a su alrededor. Es todavía difícil predecir si después de la limpieza, que costará más de 100 millones de marcos (unos 8.500 millones de pesetas), quedará algo más que el esqueleto de unas señas de identidad que los proyectos de reconstrucción de Berlín se niegan a integrar.
De momento, el canciller alemán no se apoltrona en ningún despacho berlinés, aunque tenga un pequeño retén en la antigua sede del Consejo de Estado. Es poco probable que a Kohl le guste contemplar por la ventana el Palacio de la República o, en la calle, un mural dedicado a Karl Marx con imágenes de proletarios armados y el lema Viva la revolución social. Sin embargo, la futura Cancillería, que estará junto al río Spree y responde a un diseño de los arquitectos Schultes y Frank, no ha pasado aún de los cimientos. Una cúpula, como en el Reichstag, es uno de los motivos del edificio.
Babelia
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