Los jóvenes autores de teatro devuelven la palabra a los escenarios españoles
Las obras basadas en el texto viven un resurgir tras años de hegemonía del gesto
"Hágase en mí según la palabra", vino a decir el viernes en Oviedo el genial actor Vittorio Gassman al recoger el Premio Príncipe de Asturias, Los jóvenes autores de teatro le están dando la razón en los últimos tiempos a uno de los grandes mitos de la escena. Después de años de ebullición de un teatro centrado en el gesto y en las representaciones de grupo al estilo de Els Joglars o La Fura dels Baus, una generación de autores treintañeros, integrada por nombres como Sergii Belbel, Ernesto Caballero o Ignacio de¡ Moral, ha logrado el éxito con un teatro basado en la palabra.
La década de los años ochenta y los comienzos de los noventa asistieron a la consolidación de compañías concebidas como grupos que, nacidas en Cataluña especialmente, triunfaron más tarde en toda España e incluso en Europa. Con una excelente base en el mimo y un gusto por la parodia y la fiesta estos colectivos teatrales recuperaron una afición por el teatro entre los sectores más jóvenes. Así, los Joglars de Albert Boadella o, los Comediants de Joan Font no sólo recibieron el es paldarazo de los entendidos, sino que también ganaron un público que llenó las salas, pero también los polideportivos, las plazas de toros, los parques... Entre un teatro acartonado y caduco o estos brillantes espectáculos, los nuevos espectadores, tenían clara la elección.La palabra se fue alejando poco a poco de los escenarios y apenas aparecían relevos que recogieran el testigo de figuras veteranas de un teatro de texto como Antonio Buero Vallejo o Francisco Nieva, que escribieron sus obras durante el franquismo, contra viento y marea. Aunque siempre resulta aventurado hablar de generaciones, las sucesivas convocatorias del premio Marqués de Bradomín han alumbrado una serie de obras y autores que tienen muchos rasgos en común. Entre los premiados o aspirantes se encontrarían, entre otros, autores como Sergi Belbel, Javier Maqua, Ernesto Caballero, Ignacio del Moral, Alfonso Armada o Alfonso Plou. Esta eclosión de autores ha llevado a los estudiosos a manifestar que 1a vitalidad de la escritura teatral es un hecho".
La profesora María José Ragué, autora de un completísimo libro titulado El teatro de fin de milenio en España (1975-1996), publicado en Ariel, sostiene: "La nueva escritura comporta discontinuidad de tiempo y de espacio: que los planos se superponen y confunden. Aparecen personajes abstractos, voces anónimas, despersonalizadas que, a menudo, se confunden con los objetos. La ruptura de unidades, la yuxtaposición, los monólogos o recitaciones líricas sustituyen a los diálogos". Desde el punto de vista formal todo ello agrupa a muchos nuevos autores que muestran unas preocupaciones de fondo que responden a un cierto denominador común y que abarca desde la crítica al racismo y al militarismo hasta las alusiones al mundo- del cómic y de la televisión pasando por la atracción por lo marginal. Ahora bien, el objetivo siempre es el mismo: atraer a los jóvenes a las salas de teatro.
Actor, director y adaptador de textos, Gaspar Cano (Valencia, 1958) se confiesa alineado con "la palabra representada" y no duda en afirmar que el teatro de texto ha regresado a los escenarios. Tras lamentar quem, en España se reflexiona poco sobre el teatro" y criticar que los poderes públicos apuesten poco por esta manifestación artística, Cano se muestra optimista sobre el renacimiento del autor teatral: "Durante los últimos 20 años el director era la estrella. No se hablaba de los títulos de las obras, sino que la gente se refería a un montaje de Lluís Pasqual, José Carlos Plaza, Adolfo Marsillach o Miguel Narros. Esta tendencia se ha agotado, lo que no significa afortunadamente que no puedan y deban convivir montajes de gesto, obras de texto y espectáculos donde el director sea la estrella. En cualquier caso, este país ya ha impuesto un recambio en el teatro".
"El autor teatral ya ha bajado del pedestal y ha ido en busca del público". Así de rotundo se muestra el catalán Sergi Belbel (Terrassa, 1963), autor, director y profesor de teatro, una de las figuras más emblemáticas de esta generación. "Al tratarse de un premio estatal y marcar una limitación de edad, de menos de 30 años,", comenta Belbel, "el Marqués de Bradomín no ha llegado a crear escuela, pero sí ha ofrecido una cierta imagen de marca. Es indudable que estamos ante un regreso del teatro de texto tras muchos años de hegemonía de la teatralidad del no-texto. También es cierto que la preponderancia del texto no impide incluir muchos elementos relacionados con la imagen, con una cultura audiovisual. Esta circunstancia explica que se adapten obras de teatro al cine ,como es el caso de Chevrolet, basada en una obra de Javier Maqua, o Bwana, versión para la pantalla de La mirada del hombre oscuro, de Ignacio del Moral".
Convertirse en autor y director a un tiempo ha sido asimismo la vía elegida por Alfonso Armada (Vigo, 1958) como "forma más directa de llegar al público". Corresponsal para África de EL PAIS y premio Ojo Crítico de Radio Nacional en teatro, Armada destaca que "un texto dramático sólo existe de verdad sobre la escena" y por ello subraya el papel que juegan las salas alternativas "a la hora de encontrar un público nuevo". "Se trata", añade, "de un fenómeno en auge que no engloba a un público mayoritario, pero que va creando una afición nueva que llena las salas". Al igual que Belbel, Armada resalta el trabajo de unos actores cada día mejor formados como una de las claves del resurgir de un teatro basado en la palabra. "No conviene olvidar que el teatro responde a un trabajo colectivo donde impera la colaboración entre todos".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.