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Yasar Kemal: "Nada ni nadie logrará jamás que cambie mis ideas"

El autor turco recibe en Francfort el Premio de la Paz de los editores y libreros alemanes

Han pasado más de 50 años y Yasar Kemal sigue pensando lo mismo, con más fuerza si cabe. Cuando apenas tenía 17, fue encarcelado por primera vez por su oposición socialista. El 7 de marzo de 1997 fue condenado a 20 meses de prisión por haber criticado duramente la política de represión contra la minoría kurda. En una solemne ceremonia en la Paulskirche de Francfort recibirá hoy el Premio de la Paz, que concede anualmente la Asociación de Editores y Libreros Alemanes. Leerá el discurso de homenaje otro adalid de los derechos humanos, Günter Grass.

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Campeón de los derechos humanos

La conferencia de prensa, con periodistas hasta los topes, empezó y acabó ayer con aplausos. Yasar Kemal entró con aire tímido, deslumbrado por los focos. Habló en turco, con una voz tan profunda y hermosa que tentó a los presentes a olvidarse de la traducción simultánea. Proclamó su orgullo por sus ideas, por la lucha por los derechos humanos y por sus orígenes kurdos. "Turquía no era una verdadera democracia en los años cuarenta y cincuenta y no lo es tampoco ahora. Los kurdos, que poseen una riquísima lengua, prohibida durante muchos años, no tienen derechos democráticos y, hasta que este problema se resuelva, no habrá verdadera democracia en Turquía". "Los escritores se han resistido y lo siguen haciendo. Por ello han conocido la cárcel y el exilio". Kemal se mostró firme: "Nada ni nadie podrá cambiar jamás mis ideas: la democracia y el socialismo". Antes que ceder, dijo, prefiere de nuevo la cárcel.Kemal tiene una historia tan increíble como sus libros. Su verdadero nombre es Keinal Sadik Gögkceli y nació en 1923 en Hemite, al sur de Anatolia. Cuando tenía cinco años, su padre, un campesino, fue asesinado, ante sus ojos, por un hijo adoptivo. Tal fue la impresión que sufrió que quedó tartamudo hasta los 12 años. Logró recuperarse cantando canciones tradicionales y poemas épicos. Empezó incluso a componer para gran disgusto de su madre. Fue el único de su pueblo que aprendió a leer y a escribir y lo hizo para guardar la palabra de las leyendas y tradiciones orales de su tierra.

Kernal, que va siempre con gafas oscuras, perdió un ojo de una cuchillada que se le escapó a uno de sus tíos cuando desuartizaba una oveja.

Sus primeros poemas aparecieron en 1942 en Cumhuriyet, un periódico de Estambul que a partir de 1951 empezó a publicar sus relatos y reportajes. Recorrió toda Turquía y escribió lo que vio, especialmente lo que sucedía en los campos de Anatolia.

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