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Tribuna
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Hermosa desmesura

Si 48 horas antes habíamos visto una Carmen de Gades marcada por la ensimismada economía expresiva de éste, Távora nos hace ver otra obra completamente distinta: barroca, desmesurada, volcada hacia fuera. El estilo Távora.Ambas versiones sólo coinciden en hacer de la gitana trianera símbolo de libertad. Távora incluso -prescinde de toda referencia a Merirnée -aunque conserva fragmentos de la música de Bizet- y convierte al personaje en algo parecido a una líder laboral entre las fa mosas cigarreras de su tiempo, cuya leyenda pretende contar. A partir de ahí, Távora echa mano de toda su fantasía, esa personalísima desmesura -hermosa desmesura- que le lleva a componer una iconografía siempre sorprendente y en la que no faltan queridos fetiches, desde el navajón clavado. permanentemente al frente del escenario hasta las músicas profesionales, el gélido ritual de los militares, el incensario, los penitentes encapuchados...

Concepto

En ésta ocasión, Távora cuenta con dos bazas idóneas y fuera de lo común para plasmar su concepción a veces desaforada de la puesta en escena: la Banda de Cornetas y Tambores, creadora de un universo sonoro que impresiona por el volumen en decibelios y seduce por su perfecta adaptación a los estilos flamencos, y la bellísima secuencia del caballo, con quien Lalo Tejada baila de manera admirable. Lalo hace una Carmen sensible, delicada, sin desmelenamientos gratuitos, y El Mistela un Don José hierático y como entregado al fatalismo de un sino inclemente. Los dos son excelentes bailaores, pero me temo que la coreografía -"geometría coreográfica", consta en el programa, y no sé muy bien lo que quiere decirse les queda un poco pobre en repetidas ocasiones. Demasiadas cosas se resuelven con un zapateado monocorde y repetitivo, que incluso nos parece inoportuno en algunos momentos, como la ejecución de Riego o la muerte de. Carmen. Pienso que una coreografía más imaginativa daría mayor brillantez al baile.El capítulo del cante, exclusivamente realizado por mujeres, es vital para el logro de un empeño como éste. Tres excelentes cantaoras transmiten al espectador toda la angustia y la tragedia de este drama de amor y de sangre. "Que la manchita catí ta caío/ se lava con sangre". Cante espléndido, estremecedor, en gran parte hecho a palo seco. Y una saeta de Patro Soto realmente memorable.

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