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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Defender los derechos humanos en Colombia

El pasado 9 de septiembre se celebró en Colombia el Día Nacional de los Derechos Humanos, jornada que los políticos suelen aprovechar para pronunciar discursos sobre los derechos y libertades fundamentales. Es un reflejo irónico de la realidad política de Colombia, país donde los derechos humanos se violan de forma sistemática en la práctica.El Día Nacional de los Derechos Humanos de 1994, el presidente Ernesto Samper declaró su apoyo a las organizaciones colombianas de derechos humanos y prometió proteger las vidas de sus miembros. Sin embargo, tres años después, los defensores de los derechos humanos continúan pagando un alto precio por su activismo, que deben desarrollar en el marco de un conflicto armado cada vez más grave en el que ambos bandos están cometiendo graves abusos. Muchos defensores de los derechos humanos han muerto asesinados, han desaparecido o se han visto obligados a exiliarse; otros viven en la clandestinidad o son amenazados de muerte.

Últimamente su situación se ha vuelto aún más precaria, como mostraron los asesinatos de Mario Calderón y Elsa Alvarado, del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), el pasado mes de mayo en Bogotá. Resulta claro que el atentado fue obra de un grupo paramilitar de extrema derecha. Los grupos paramilitares colombianos mantienen estrechos vínculos con el Ejército y las fuerzas de seguridad y a veces operan bajo su coordinación directa.

Por su parte, el Gobierno colombiano ha hecho las declaraciones que cabía esperar. Ha prometido en numerosas ocasiones establecer un programa de protección para los defensores de los derechos humanos. En julio, el presidente Samper ordenó a la comandancia del Ejército que se abstuviera de amenazar a las organizaciones de derechos humanos y de cuestionar su legitimidad, y ha prometido repetidamente disolver las fuerzas paramilitares. Pero las promesas incumplidas se van sucediendo. El contraste entre el discurso del Gobierno y sus acciones es enorme, y en esta laguna entre retórica y realidad los defensores de los derechos humanos siguen perdiendo la vida.

Las organizaciones de derechos humanos del mundo pedimos el apoyo de la comunidad internacional -tanto de los ciudadanos como de los gobiernos- para exigir al Gobierno colombiano que dé cumplimiento a sus promesas y compromisos: que proteja a los defensores de los derechos humanos y promueva el concepto de que su trabajo es legítimo; que ponga fin a la impunidad que disfrutan quienes perpetran violaciones de derechos humanos, y que acabe con las estructuras paramilitares. Sólo entonces el Día Nacional de los Derechos Humanos en Colombia se convertirá en un motivo auténtico de celebración.-

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