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XV CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA CHINO

China sienta las bases de una masiva privatización

ENVIADO ESPECIAL El pueblo chino descubrió ayer que a menos de dos años para que se cumpla medio siglo del triunfo de la revolución comunista de Mao Zedong y de la creación de la República Popular, China se halla sólo en una "primera fase de socialismo" que necesitará de 100 años para su realización y que permite incorporar elementos de la sociedad capitalista. En la apertura del XV Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), el máximo dirigente nacional, Jiang Zemin, intentó justificar con esa máxima -extraída de una intervención en 1987 del defenestrado reformista Zhao Ziyang- su compromiso de sanear el deficitario sector público y aplicar "nuevas fórmulas de propiedad" de aquí al 2000.

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Con un alambicado lenguaje, que en el fondo resume que no sea condenable la introducción de elementos del capitalismo en China, Jiang Zemin argumentó la cuestión más relevante del actual debate: ¿hasta dónde llegará la reestructuración de las empresas estatales, que han sido hasta ahora pilar básico del Estado?La corriente ortodoxa asiste con recelo al desmoronamiento de la filosofia del Estado como propietario de la riqueza del país, si bien admite que algo habrá que hacer cuando más de la mitad de las 100.000 empresas públicas se hallan en números rojos, sobreviviendo de préstamos impagados que han puesto al sistema financiero en grave crisis.

Jiang explicó ayer que las peculiaridades del socialismo chino permiten y exigen mejorar el sistema de propiedad pública e introducir otros sistemas, que indudablemente incluirían la puesta en marcha de sociedades de accionistas y de cooperativas. Y en definitiva, el camino hacia la privatización de las empresas del Estado, si bien, en su tradicional línea cauta, el secretario general prefirió ayer no utilizar ese término. "La propiedad pública es la base del sistema económico socialista en China, [pero] al estar el país en una primera fase de socialismo necesita desarrollar diversas formas de propiedad" siempre y cuando se mantenga el control del Estado.

La modernización del sector público deberá estar completada en tres años, prometió Jiang, consciente, no obstante, de los problemas que ello comportará, como en la cuestión de los despidos, fenómeno que viene ya produciéndose y que en los últimos meses ha despertado protestas aún no del todo virulentas en las provincias menos desarrolladas. Más de 100 millones de personas trabajan en las empresas públicas.

Este compromiso del secretario general acoge la idea del zar de las finanzas de China, el viceprimer ministro Zhu. Rongji, quien pretende que el 80% del sector público se privatice o semiprivatice y que el restante 20% esté formado por un núcleo duro de empresas estratégicas y rentables que se convertirían, en conglomerados similares a los existentes en Japón o Corea del Sur. Que Jiang haya anunciado que la reestructuración del sector se haga en un plazo de tres años, como es el deseo de Zhu, hace prever que la posición de éste saldrá reforzada al término del congreso, después de su éxito en reducir la inflación, y que probablemente suceda a Li Peng cuando, por ley, expire su mandato como primer ministro, en marzo de 1998.

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El secretario general del PCCh elevó a los altares la ideología del fallecido Deng Xiaoping, e hizo promesas de continuar el combate contra la corrupción política con la siguiente advertencia: "Si la corrupción no es castigada eficazmente, el partido perderá el apoyo y la confianza del pueblo". Jiang habló también de reformar el sistema legal, de fomentar la meritocracia en el partido, de crear un sistema de seguridad social, así como de luchar contra la pornografía y la droga controlando más los medios de comunicación.

El estandarte de Deng

De sus manifestaciones, que fueron un ramillete de intenciones para contentar a todas las fuerzas internas, se deduce que el liderazgo de Jiang Zemin no es tan fuerte como se creía, señalaban ayer varios expertos. "El tema del congreso es mantener en alto el gran estandarte de la teoría de Deng Xiaoping para avanzar en la construcción del socialismo con características chinas en el siglo XXI, manifestó al inicio de su largo discurso, interrumpido con aplausos en pocas ocasiones el hombre a quien el pequeño timonel puso hace ocho años al frente de la secretaría del PCCh tras los disturbios de Tiananmen.

Jiang, de 70 años, es también presidente de la República y responsable de la poderosa Comisión Militar, el órgano que vela los intereses de las Fuerzas Armadas. Hay que remontarse a los años de Mao para encontrar un líder que haya acumulado tantos cargos.

"Sin embargo, su discurso es el resultado de un consenso, de un juego de equilibrios que parece confirmar el hecho de que actualmente el poder en China es colegiado", comentó un analista occidental, quien calificó el informe de Jiang como "el discurso de un gran cínico".

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