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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un género, un estilo, un maestro

Tras 13 años de ausencia, Gades se crece a sí mismo en una demostración de vitalidad creativa difícil de igualar. Es el poder de un maestro en su estilo dentro de un género -la danza-teatro española moderna- que le debe casi todo. La creación bailable de este hombre respira a la vez cultura y libertad, compromiso y sentido dramático. ¿Se puede pedir más? Lleva consigo una compañía ejemplar que reúne democráticamente (como en los igualitarios saludos) jóvenes con artistas maduros, dando una poderosa lección moral a la profesión y al estado de cosas actual de la danza española en general.La música de Antón García Abril -ya había hecho con Gades el Don Juan, pieza injustamente olvidada- es hermosa y acertada al propósito de la dramaturgia bailada, lo que esmalta algunas escenas de un tono mayor. Y ahí juegan otro papel básico las luces de Dominique You.

Compañía Antonio Gades

Fuenteovejuna. Ballet inspirado en la obra de Lope de Vega en una adaptación de José Manuel Caballero Bonald y Antonio Gades. Coreografía y dirección: Antonio Gades; música: Antón García Abril, Modest Mussorsky y otros; ambientación y vestuario: Pedro Moreno; luces: Dominique You.Teatro Lope de Vega, Madrid. 11 de septiembre.

Hay que referirse en los mejores y más elogiosos términos al trabajo de Pedro Moreno, que es de premio, pues sus diseños son brillantes en sí mismos, pero aún lo es más la entonación en esa gama velazqueña de marrones a violetas deslavados que consigue, como sufridos por la tragedia que vendrá. Objetos de labranza, arcones de faena y hasta sillas, están esmeradamente pensados, pues Moreno ambienta con una discreción espacial que le honra, respeta el terreno de la danza, lo apoya y lo enriquece.

La Laurencia de Lola Guzmán es correcta y el Frondoso de José Manuel Huertas, con su buena estampa y que ha madurado mucho desde sus tiempos juveniles barceloneses, se defiende en la ingratitud de la sombra del propio Gades, para quienes le vimos aquel día memorable en el Carlo Felice turinés en el estreno mundial de la obra. Brillante está Candy Román en el Comendador y respetable hasta la reverencia Juan Quintero en el Alcalde. Entre los jóvenes del cuerpo de baile citemos el destaque de Fermín Calvo de Mora, tanto en su parte flamenca como en el folclor. Pujanza y buen hacer también en Eva Moreno, Jairo Rodríguez, Alejandro Donaire y Antonio Ortega, entre otros.

Del estilo Gades, se podría escribir muchísimo sin aburrir. Sus figuras vuelven cada vez mejor justificadas, y el parentesco con Bodas o Carmen no resulta del mimetismo, sino de la depuración formal.

Hubo casi 15 minutos de aplausos con todo el público en pie. Nadie se iba y todos saludaban a Gades, entre bravos y lágrimas, cuando apareció en una esquina del escenario, como a un amigo cercano al que se esperaba con ansiedad desde hace mucho. Conmovedora noche con una obra magistral y madura que debe permanecer en el repertorio de la danza española para siempre, lo mismo que Bodas de sangre, lo mismo que Carmén, lo mismo que el propio Antonio.

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