"La profesión e toda España tiene las puertas del TNC abiertas"
El actor y director Josep Maria Flotats afronta con "nervios de estreno" la inauguración oficial, mañana, del Teatre Nacional de Catalunya (TNC), un proyecto al que ha dedicado 17 años de su vida y que por fin ve hacerse realidad.
El Teatre Nacional de Catalunya (TNC), hasta hace poco un monumento que parecía impresionantemente vacío, poblado únicamente por las ratas y el eco, y ensimismado en su propio colosalismo, se ha convertido en un lugar vivo. Decenas de personas se mueven con prisa por los largos pasillos, el material técnico y escenográfico se acumula en todas las dependencias y la Sala Grande aguarda ya, impoluta, los primeros aplausos. Reina una contagiosa urgencia final. Se construyen decorados. Una brigada limpia los inmensos paneles de vidrio. Una hilera de cipreses recién plantados a todo lo largo del perímetro de la zona frontal ajardinada crece con tesón, y varios puñados de palmeras se alzan como metáforas de oasis entre el polucionado aire de la zona de las Glòries. Josep Maria Flotats (Barcelona, 1939), "director-fundador" del TNC, presenta un aspecto ascético y se le ve esforzadamente sereno en medio del trajín. Delgado, con media barba y una larguísima cola de caballo tracia, pasea con mal disimulado orgullo de padre por las instalaciones. El TNC se inaugura mañana.Pregunta. Por fin.
Respuesta. Por fin. Parecía una utopía y se ha hecho realidad. Puede que hasta me lo acabe creyendo [ríe].
P. Haga un poquito de historia.
R. El proyecto del TNC nace a partir de la recuperación de las instituciones políticas de Cataluña. Dejé París y vine aquí a hacer teatro, y propuse la idea de crear un gran servicio público, cultural, teatral, con una infraestructura equivalente a la de cualquier otro teatro público de Europa. Confeccioné un dossier con lo que pensaba que debía ser un organismo así, sin intención de hacerlo yo. En el verano de 1981 contacté con Max Cahner [consejero de Cultura] y fuimos a ver a Pujol, a explicarle el dossier al presidente. Pujol estaba muy interesado, aunque nos dijo que aún no tenía el dinero para arrancar. Luego, la Generalitat me propuso hacer un espectáculo aquí [ Una jornada particuar, 1984] y entonces comenzó a moverse el proyecto. [En 1985, Flotats estrenó Cyrano, y ese enorme éxito allanó el camino de un TNC dirigido y orientado por él]. Todos los gobiernos de todo el mundo intentan hacer operaciones de prestigio con el teatro. Yo pensaba que hacía falta en Cataluña un instrumento que permitiera la formación continuada del actor, aquí entonces era todo muy precario.
P. Bueno, en esa precariedad se gestó y estalló el teatro independiente, en el que se han nutrido las grandes compañías catalanas.
R. Siempre hay nostálgicos de cuando éramos pobres, sobre todo los yuppies. No niego la existencia de las compañías independientes ni digo que esto fuera un desierto. Pero no había un instrumento institucional, con dinero público, que realizara las funciones que va a realizar el TNC, y con sus dimensiones. Yo no me he inventado nada, simplemente he tenido la ambición de que mi país tuviera un servicio teatral que tienen las grandes ciudades europeas. Y ahí está. Cuando vino a verlo, Strehler nos dijo que era el más bonito de Europa. Los que vienen de fuera me felicitan. Dicen que es increíble que el teatro aún siga siendo tratado así. En todo caso, el TNC es único en España.
Estoy particularmente orgulloso de la sala principal, con su forma de anfiteatro griego y su visibilidad democrática. El TNC dignifica el trabajo del actor, tiene camerinos con luz natural, con duchas, buenas instalaciones. Eso se ha considerado un lujo y un despilfarro.
P. Una cosa son las duchas y otra las columnas de 12 metros.
R. Con un gran arquitecto como Bofill no puedes decidir tu la estética. A mí me gusta. Estoy orgulloso de que mi ciudad tenga un edificio original como el TNC. Por otro lado, desde fuera parece más grande de lo que es.
P. ¿Cuál será la relación del TNC con el resto de España?
R. La profesión de toda España tiene las puertas del TNC abiertas. Quiero que haya la mayor comunicación posible con todos los teatros y que surjan proyectos comunes, mucho más allá de la simple invitación mutua. Aquí se harán producciones en todos los idiomas. Es el TNC y se da prioridad a la lengua catalana. Pero, como ya he dicho con Pujol delante, el día que montemos un Calderón se hará en castellano. Lo contrario resultaría una estúpida dilapidación de esfuerzos.
P. ¿Cuáles son, sumariamente, los objetivos del TNC?
R. Alzar el listón teatral de Cataluña. El nivel de los actores, directores y demás profesionales de la escena, y el de las exigencias del público. Ello a partir del repertorio universal y desde una ética profesional y una concepción concreta del teatro, especialmente el teatro de texto. Con un sistema de alternancia en escena y una compañía estable.
P. Lo de la compañía estable..., ha dicho el consejero de Cultura que no.
R. No quiero hablar de eso hasta que pase la inauguración. Pero siempre he dicho que ésa era una de las prioridades. Aunque está claro que estable no quiere decir fijo eternamente. Nada ni nadie es fijo en este oficio.
P. ¿Qué tiene que decir de las críticas al TNC?
R. Yo diría que se trata de opiniones fuertes, contundentes, descalificadoras a veces, provenientes en su mayor parte de personas concretas. No les doy más importancia. Tengo el apoyo del público, y eso es lo que cuenta. Hay también sectores privados que consideran que la gente debe compartir sus intereses. El TNC es un instrumento al servicio de la ciudadanía, para todos, y no es propiedad de un empresario. Quizá eso no entra en determinadas mentalidades.
P. La oposición ha venido también desde el seno del propio Gobierno de la Generalitat, desde Cultura.
R. No he tenido una vida fácil con el departamento, pero he procurado no hacerlo público. Les sorprende a los políticos que uno sea artista y no funcionario. No bajo la cabeza.
P. Las nuevas normativas del consejero Pujals han reducido el margen de maniobra del TNC para satisfacer al sector privado.
R. Eso parece.
P. ¿Le ha dolido?
R. Me he mordido la lengua. En público. En privado no.
P. ¿Y?
R. Ahora me importa que se inaugure el TNC. Que arranque la primera temporada, que la gente pueda entrar y disfrutar. Los ánimos se relajarán y espero que se pueda hablar con más tranquilidad y seny.
P. Usted no figura en el espectáculo inaugural de mañana.
R. Quizá sea una respuesta a los que me cuelgan la etiqueta de megalómano. No lo he decidido así para contestar a nadie, pero el teatro está hecho de pequeños signos, de pistas.
P. Ha habido polémica por la obra inaugural.
R. Me parece normal inaugurar con un clásico catalán. Estrenar un teatro es también hacer una fiesta y para eso viene muy bien L´auca del senyor Esteve, que puede ser ácida, autocrítica e irónica sobre nosotros mismos, los catalanes, pero que a la vez es ligera. Si un autor catalán hubiera escrito Macbeth, no creo que la hubiéramos elegido para inaugurar el TNC.
P. ¿Qué hay de su sueldo? [cobró 87 millones de pesetas en dos años al frente del Poliorama, según la Generalitat].
R. No me corresponde a mí decirlo, sino al departamento.
P. ¿Cómo ve su futuro?
R. Tengo contrato hasta el 2000. En la actualidad no puedo decir nada sobre mi futuro a largo plazo, porque no lo veo. Ser director de un teatro, aunque sea el TNC, nunca ha sido mi ideal. El teatro te permite encontrarte un poco menos solo, compartir sentimientos. Puede que en el futuro sólo venga aquí como director o actor. De momento necesito que nazca el bebé, que se alce el telón.
Babelia
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